lunes, 22 de septiembre de 2014

M V por tierras de Castilla - Zamora


Zamora es un municipio y ciudad española ubicada entre el centro y el noroeste de la Península Ibérica, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla y León, cerca de la frontera con Portugal y a una altura de 652 metros sobre el nivel del mar.


El casco antiguo de la ciudad tiene la calificación de Conjunto Histórico-Artístico desde 1973. El núcleo principal del mismo –con una disposición muy alargada y en buena parte circundado por murallas– se alza sobre una amplia meseta rocosa (la "peña tajada" de la que habla el Romancero Viejo) a 32 metros de altura, emplazada al borde del río Duero, que la ciñe por el sur. Estas características le valieron el sobrenombre de "la bien cercada".


En enero de 2013 contaba con 64.986 habitantes,18 siendo la extensión de su término municipal de 149,28 km². Dista 66 km de Salamanca, 122 de León,93 de Valladolid, 253 de Madrid y 83 de la capital del distrito luso vecino, Braganza, así como 55 de la localidad fronteriza de Miranda do Douro.

Ayuntamiento Viejo de Zamora
Sobresale su conjunto de edificios románicos, formado por los 23 templos del término municipal y las 14 iglesias del casco histórico, datos que sitúan a Zamora como la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa, habiéndose solicitado su declaración como Patrimonio Europeo. Este patrimonio románico consta, además de la Catedral (que presenta un cimborrio con decoración exterior de escamas), de otras veinticuatro iglesias, un castillo, murallas, un puente, dos palacios y nueve casas, razón por la cual Zamora está considerada "la ciudad del Románico". Un total de quince templos están declarados Bien de Interés Cultural, incluidos algunos de estilos posteriores. Por otro lado, es asimismo significativo su conjunto de edificios modernistas (diecinueve en total), el único de la España interior junto con el de Teruel. Entre sus festividades sobresale la celebración de la Semana Santa, declarada de Interés Turístico Internacional.




Casino de Zamora
Iglesia de Santa Maria la Nueva de Zamora
La bandera de la ciudad de Zamora, conocida como la “Seña Bermeja”, y que también lo es de la provincia, se compone de ocho tiras rojas que representan las ocho victorias obtenidas por Viriato sobre diversos pretores y cónsules romanos, y una banda verde esmeralda; banda que Fernando V de Castilla colgaba sobre su hombro y que colocó coronando la “Seña Bermeja”, en recompensa y reconocimiento de los auxilios prestados en la Batalla de Toro, que tuvo lugar en la vega de Toro, cerca de Peleagonzalo, en marzo de 1476.

La bandera de la ciudad de Zamora
El escudo de la ciudad consta de dos cuarteles:
  • El primero representa el brazo de Viriato sosteniendo la “Seña Bermeja” –bandera de la ciudad–.
  • El segundo cuartel representa la conquista de Mérida por el rey de León Alfonso IX en 1227, y en él figura el río Guadiana y las torres del puente romano, tomadas al asalto por las mesnadas zamoranas.
El escudo de la ciudad
El periodo comprendido entre los siglos X y XIII es el de mayor relevancia de Zamora dentro del contexto hispánico. La Batalla de Simancas (939) dio a los cristianos el control de los valles del Duero y del Tormes, convirtiéndose la capital zamorana (por su posición y su ventajoso emplazamiento, en lo alto de una meseta rocosa al borde del río) en una de las principales plazas fuertes que aseguraban la frontera. Su importancia fue decayendo sin embargo a partir de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), que abrió el sur peninsular a los reinos cristianos, perdiendo con ello Zamora su trascendencia estratégica.

Estatua de Viriato, en la plaza homónima, obra del escultor de Moraleja del Vino Eduardo Barrón.
Durante la Edad Media, Zamora volvió a ser tomada y destruida por los musulmanes al mando del emir Mohamed y después reconquistada por los cristianos en el reinado de rey Alfonso II de Asturias, el Casto, siendo de nuevo fortificada. El rey Alfonso III de Asturias, el Magno la repobló con mozárabes toledanos en 893, rodeándola de murallas y dotándola incluso de palacios y baños, convirtiéndose, por su emplazamiento y características, en la ciudad fortaleza más importante de los reinos cristianos. Zamora fue descrita por los cronistas árabes, como “la capital de reino de Galicia, rodeada de siete recintos amurallados y grandes fosos”. Fue una de las plazas más importantes del Reino de León, del que formó parte. Además inició la etapa de mayor esplendor político, económico y arquitectónico.


"Zamora la bien cercada" la llamó Fernando I de León y Castilla, el Magno. Este monarca la reconstruyó en 1055, la repobló con montañeses y amuralló nuevamente, para cedérsela luego a su hija Doña Urraca. Su posición privilegiada la hizo objeto de disputa entre los divididos reinos cristianos. Durante uno de los cercos a la ciudad sucedió un hecho notable que se perpetuó en el romancero español: la muerte por sorpresa, a manos del noble zamorano Vellido Dolfos, del rey Sancho II cuando éste intentaba tomar la ciudad gobernada por su hermana.

Maqueta que recrea el aspecto de la calle Balborraz en la Edad Media en el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales.
La posibilidad de que el inductor hubiera sido el principal beneficiado (el rey Alfonso VI, quien había sido encarcelado por Sancho II, su hermano), es la que, según los cantares de gesta, habría provocado que uno de los nobles castellanos presentes en el asedio, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, le hiciera jurar no haber participado en la muerte de su hermano (la jura de Santa Gadea, Burgos). Tanto el arrojo de Vellido como el atrevimiento de Rodrigo han pasado a ser tópicos literarios y hasta coloquiales, así como la bravura de la ciudad durante el asedio, inmortalizada en el dicho No se ganó Zamora en una hora. En el lugar en el que, según la tradición, fue asesinado el soberano Sancho II por Bellido Dolfos, se encuentra situado un tosco monumento rematado en cruz y denominado Cruz del Rey Don Sancho.


Otro hito en la historia de la ciudad fue la conferencia de paz entre el rey Alfonso VII de León y Castilla y Afonso Henriques, rey de Portugal. Como resultado, el 5 de octubre de 1143 fue reconocida la independencia del nuevo reino, que quedó reflejada en el Tratado de Zamora, que marca de manera oficial el nacimiento de Portugal como estado independiente. 

A lo largo del siglo XVIII la ciudad vivió una fuerte recuperación, que se vio favorecida por la protección de que gozó por parte de la Corona, proceso que se vio interrumpido abruptamente por la invasión napoleónica.

Durante la Guerra de la Independencia Zamora se levantó en armas al dar comienzo el año 1809 frente a las tropas francesas de Lapisse, Maupetit y Soulignac. Los zamoranos salieron a su encuentro al puente de Villagodio, sobre el río Valderaduey, a tres kilómetros de la ciudad, donde trabaron con los franceses una sangrienta y desigual pelea que duró tanto como la luz del día; viéndose al fin en la necesidad de retirarse cerca del anochecer ante su situación de inferioridad manifiesta

Obelisco en honor a los héroes de la Batalla de Villagodio contra las tropas napoleónicas.
En el centro histórico de la capital zamorana, te espera un precioso palacio renacentista del siglo XV, construido sobre una antigua alcazaba musulmana y convertido hoy en Parador. El hotel ofrece la oportunidad de descubrir toda la belleza del entorno natural, monumental y artístico que atesora esta tierra. El aroma medieval del interior, que apreciarás en armaduras, tapices nobiliarios y camas con dosel, se combina con el estilo renacentista del patio, la galería acristalada de madera y los escudos heráldicos.

Palacio de los Condes de Alba y Aliste - Hoy Parador Nacional


Portillo de la Lealtad

El portillo se sitúa entre la Iglesia de San Isidoro y la Catedral. Arquitectónicamente no es destacable, ya que simplemente se trata de una alta y estrecha puerta que se levanta sobre una quebrada, en uno de los tramos del perímetro de la muralla más irregulares.


La importancia de este elemento arquitectónico radica en que las crónicas cuentan que por él entró Vellido Dolfos, un noble leonés del siglo XI, siendo perseguido por el Cid. Éste le perseguía por haber asesinado a Sancho II de Castilla, que se encontraba al mando de las huestes que asediaban la ciudad, entonces en manos del Reino de León. El Cerco de Zamora, un romance zamorano, reconoce este suceso en uno de sus pasajes:

¡Rey don Sancho, rey don Sancho!,   no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora    un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos,    hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho,    y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre,    mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real:    -¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos,    ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto,    metiose por un postigo,
por las calles de Zamora    va dando voces y gritos:
-Tiempo era, doña Urraca,    de cumplir lo prometido.

Los historiadores no están de acuerdo en torno a la existencia de este hecho. Un grupo de profesionales afirman que sí, que está reflejado en las crónicas y que por tanto no admite discusión. Sin embargo, otros afirman que el rey fue abatido por un soldado anónimo que ni siquiera sabía que estaba cometiendo un regicidio. En cualquier caso, la tradición castellana recoge este hecho a través de diversos cantares de gesta y romances.

El Portillo con la iglesia de San Isidoro de fondo.
El Portillo de la Lealtad tuvo originalmente el nombre de "Puerta de la Traición", que mantuvo hasta el 22 de diciembre de 2010.


Doña Urraca, Señora de Zamora (León, 1033 – ibídem, 1101) fue una infanta de León; hija primogénita de Fernando I de León y de su esposa, la reina Sancha, heredó la plaza de Zamora tras el reparto realizado por su padre antes de fallecer.

La Infanta Doña Urraca de Zamora. Grabado - Catedral de Santiago de Compostela.
El rey Fernando repartió sus reinos antes de morir entre sus cincos hijos: a Alfonso le otorgó el reino principal, León; a Sancho le concedió Castilla; el pequeño, García, fue nombrado rey de Galicia; Elvira heredó el señorío de la ciudad de Toro, con consideración de reino; y Urraca heredó Zamora. Cuando comenzó su soberanía en Zamora, estableció su residencia y fortaleza en los conocidos «jardines del castillo» de la ciudad y en los aledaños de la Catedral de Zamora. Este castillo es de estilo puramente medieval con cuatro torres, de las cuales se conserva la torre del homenaje recientemente restaurada para albergar el Museo Baltasar Lobo.


Fue madrina de armas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, quien fue investido caballero alrededor del año 1060 en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Zamora. Además, era la hermana favorita de Alfonso, al que ayudó y aconsejó para recuperar su reino primero y para gobernar después.

Defunción y sepultura
Al final de su vida se retiró a un monasterio leonés donde permaneció hasta su muerte en 1101, recibiendo sepultura en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León donde yacen sus progenitores, así como dos de sus hermanos, el rey García de Galicia y la infanta Elvira de Toro.

Sepulcro de Doña Urraca, Señora de Zamora
No hay que confundir a Doña Urraca de Zamora con la reina Urraca I de Castilla y León, hija de Alfonso VI y esposa de Raimundo de Borgoña y posteriormente de Alfonso I el Batallador.

La Catedral de Zamora



La Catedral de Zamora (Zamora, España), dedicada al Salvador, se inscribe dentro del denominado Románico del Duero, distinguiéndose por ser la más pequeña y la más antigua de las once de la Comunidad de Castilla y León. Fue declarada Monumento Nacional por Real Orden de 5 de septiembre de 1889. Su planta es de cruz latina con tres naves de cuatro tramos, las laterales con bóveda de arista y la central de crucería simple. Los tres ábsides que tenía en origen fueron sustituidos por una cabecera gótica en el siglo XVI. En el crucero se alza un cimborrio con un tambor de 16 ventanas sobre el que se levanta una cúpula de gallones revestidos con escamas de piedra y soportada con pechinas de clara influencia bizantina. Es el elemento más llamativo, bello y original del templo, y un verdadero símbolo de la ciudad.


Cúpula Catedral Zamora interio
Cúpula románica gallonada.
La construcción de la catedral se atribuye al obispo Esteban, sucesor de Bernardo, levantada seguramente sobre el local de la anterior, en lo mejor de la ciudad, junto al castillo, y patrocinada por Alfonso VII el Emperador y su hermana, la infanta-reina Sancha Raimúndez. Respecto a las fechas de inicio y final de las obras de la catedral, no hay acuerdo entre los autores, si bien existen una serie de datos que permiten hacer algunas precisiones.

Torre del Salvador.
La torre del Salvador, de 45 m de altura, se construyó a lo largo del siglo XIII aunque el estilo es románico. En tiempos debió de estar almenada. Sirvió hasta el terremoto de Lisboa de 1755 como cárcel del Cabildo.

La Portada del Obispo es la única que se mantiene completa de las tres originales. Es junto al cimborrio la pieza más valiosa de todo lo románico de la Catedral de Zamora constituyendo un ejemplo de decoración arquitectónica, sin apenas escultura.

Se divide en tres calles que a su vez están divididas en dos pisos, los inferiores contienen sendos arquillos con lo mejor de la escultura románica zamorana, uno, con San Juan y San Pablo y otro con una Virgen Theotokos. En el siguiente piso sólo aparece una arquería ciega.

Rematando todo el conjunto se yerguen sobre los estribos y las dos pilastras acanaladas que recorren la fachada tres arcos ligeramente apuntados que conforman el remate del hastial.

Puerta del Obispo
Theotokos  es una palabra griega que significa Madre de Dios (literalmente, 'la que dio a luz a Dios'). Su equivalente en español, vía latín, es Deípara. Es el título que la Iglesia cristiana temprana le dio a María en el Concilio de Éfeso de 431 en referencia a su maternidad divina.

Theotokos (la Virgen como "madre de Dios", entronizada y ella misma trono de Cristo) con ángeles y los santos Jorge y Teodoro. Icono bizantino a la encáustica (ca. 600, procedente del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí).

Desde el claustro se accede al Museo Catedralicio, que alberga una importante colección de tapices.


Los tapices flamencos de Zamora 

El Museo Catedralicio de la Catedral de Zamora atesora una veintena de tapices con temas históricos, bíblicos y alegóricos. Pertenecen todos ellos a los siglos XV y XVI, siendo elaborados en los talleres flamencos de  Arras, Tournai y Bruselas, famosos por su  gran tamaño y calidad artística y técnica. España fue uno de los destinos favoritos de esas piezas por su especial relación con la región, desde que, por el Tratado de Arras (1482), Flandes pasara a la corona de Maximiliano I y de él lo heredaran luego los Austrias españoles.
La colección de Zamora está formada por cinco tapices, los llamados  góticos (s. XV) y, más concretamente, de los salidos de los  talleres de Tournai. La primera de las dos series está dedicada a la Guerra de Troya y está compuesta por cuatro paños; de la segunda, probablemente sobre los siete reyes legendarios de Roma, sólo se conserva uno, magnífico por cierto, con la vida de Tarquinio Prisco el Antiguo, perteneciente al último tercio del siglo XV, y una de las piezas más importantes en su género a nivel mundial.
“Tarquino Prisco”
“Tarquino Prisco”
“Tarquino Prisco”

El tapiz “Tarquino Prisco”, mide 4,31 metros de alto por 8,54 de ancho, también fue confeccionado en Tournai, a finales del XV y relata la existencia del quinto rey de Roma (Lucino, para los romanos “Tarquino Prisco”) y constituye, para los entendidos “una composición maravillosamente equilibrada”


La muerte de Paris
Iglesias románicas en Zamora


La iglesia de Santa María Magdalena es un templo románico ubicado en la ciudad de Zamora (España). Al eje principal del templo, corre paralale una cercana calle medieval denominada Rúa de los Francos. Su construcción se hizo entre los siglos XII y XIII. La iglesia parece haberse edificado en dos periodos: el primero de influencia románica; el segundo en el gótico. Se sabe que en periodos medievales hizo de hospital perteneciente a la Orden de San Juan. Es de las pocas iglesias zamoranas que poseen una única nave muy elevada con planta rectangular (planta basilical). Destaca de esta iglesia la portada de su fachada meridional. Fue declarada Monumento Nacional en 1910.

La iglesia de Santa María Magdalena
Rica decoración vegetal. Arcos polilobulados en la arquivolta más pequeña. 
Portada meridional  

Interior

En el mobiliario interior destaca que no cuente con ningún tipo de retablo. El alzado presenta un primer cuerpo con baldaquinos, originario del siglo XII, uno segundo con altas columnas y, por último, un remate con diversos canecillos. La cubierta está hecha en madera, a excepción del cabecero. La parte del sur, cuenta, con un rosetón lobulado con una ornamentación de punta de diamante.


Destaca además el sepulcro, que por su idiosincrasia pertenece a los últimos compases del románico y que popularmente se asigna a un caballero templario. Su creador es anónimo, aunque posee elementos de corte orientalizante. En cualquier caso, se trata de una dama que yace junto a relieves de animales y seres mitológicos. La talla está tratada magníficamente en cuanto a las telas y los marfiles representados, siendo considerada una pieza de importancia capital. La capilla del interior se dedica Juan de Acuña y Portugal, por donación hecha de su esposa Marina Enriques tras su muerte, una inscripción de caracteres góticos menciona la donación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario