sábado, 25 de febrero de 2017

Alberto Durero - Nuremberg: el triste secreto de Nuestra Señora - Melencolia I - El caballero, la muerte y el diablo

Al fondo, debajo del marco de la ventana se muestra una inscripción que dice: "1498. Lo pinté a mi propia imagen. Tengo 26 años."
Debajo de esto se muestra su firma y el monograma que caracteriza varias de sus obras: una A y una D debajo de esta.
Este Autorretrato (en alemán, Selbstbildnis) es una de las obras más conocidas del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Es un óleo sobre tabla, pintado en 1498. Mide 52 cm de alto y 41 cm de ancho, siendo así el más pequeño de sus autorretratos. Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.
Se representa como un gentilhombre de la nobleza, vigoroso y joven, con una altivez casi arrogante. Está vestido elegantemente, muy escotado, con el cabello y la barba muy cuidados, como en un retrato de Bartolommeo Veneto. El atuendo no es sólo reflejo de una personalidad refinada, sino que también patentiza el bienestar económico del artista; la cenefa del escote parece bordada con hilo de oro y los guantes de piel eran un artículo de lujo en aquella época. Ningún artista medieval se representó a sí mismo con tal elegancia.

Bartolomeo Veneto (activo en Venecia desde 1502— Turín, 1531), fue un pintor renacentista italiano. Autor de biografía mal conocida e ignorado por mucho tiempo, mereció la atención de los historiadores en el siglo XIX.
Fue discípulo de Gentile Bellini en Venecia y estudió las novedades de Durero, quien estaba en dicha ciudad hacia 1506. Bartolomeo trabajó a partir de 1505 en la corte de los Este, en Ferrara.

Alberto Durero (Núremberg, 21 de mayo de 1471-Núremberg, 6 de abril de 1528) es el artista más famoso del Renacimiento alemán, conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte. Ejerció una decisiva influencia en los artistas del siglo XVI, tanto alemanes como de los Países Bajos, y llegó a ser admirado por maestros italianos como Rafael Sanzio. Sus grabados alcanzaron gran difusión e inspiraron a múltiples artistas posteriores, incluyendo los nazarenos del siglo XIX y los expresionistas alemanes de principios del siglo XX.

Localización de Núremberg en Baviera
Núremberg es una ciudad en la región de Franconia, en el estado de Baviera, Alemania, a orillas del río Pegnitz en Franconia Central con 516 770 habitantes en el año 2014.

La ciudad de Núremberg es muy conocida, entre otras cosas, por su impresionante mercado navideño que durante las cuatro semanas en que se realiza es visitado por más de dos millones de personas de distintas partes del mundo. El nombre de Núremberg también se asocia a los juicios desarrollados contra los nacionalsocialistas al final de la Segunda Guerra Mundial.
Albert Speer (arquitecto alemán y Ministro de Armamento y Guerra del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial), pincha aqui
Arquitectura de la Alemania nazi, pincha aqui

Su casco histórico le confiere un atractivo especial, al estar rodeado por una muralla medieval de más de 5 km construida en 1325.

Nuremberg 
La iglesia más antigua del centro de Núremberg data aproximadamente de 1215. En 1230, la construcción de la iglesia que conocemos hoy, comenzó con un doble coro y una basílica en estilo románico tardío.
En 1361 se construyó un imponente triple coro de estilo gótico, reemplazando las partes del transepto y el coro original. Durante la II Guerra Mundial la iglesia, como el resto del centro de la ciudad, fue destruida. Tras la guerra la iglesia fue restaurada y en 1957 San Sebaldo abrió nuevamente sus puertas al culto. 
Iglesia de San Lorenzo (1260) Basílica de tres naves. Estilo gótico tardío. Cuenta con obras artísticas religiosas como "El anuncio", creado en 1518 por Veit Stoss y el Tabernáculo", creado por Adam Kraft en 1496. El candelabro de bronce en la parte central de la iglesia fue construido en 1408 por Peter Vischer.
Esta casa fue habitada por Alberto Durero desde 1471 hasta 1520, el artista más famoso del renacimiento alemán, que representó la renovación fuera del territorio cultural de Italia. El "hijo pródigo" de Nuremberg dejó 90 pinturas, 130 grabados y varios cientos de xilografías y dibujos. La Casa lleva abierta al público desde el año 1871 y hoy se halla transformada en auténtico museo de su obra, dónde se puede aprender como vivían y trabajaban los artistas de la época. Con la entrada se recibe una guía en la que su esposa, Agnes Dürer, cuenta su historia en primera persona.En la plaza se encuentra el monumento a Alberto Durero, mientras que su tumba está en el cementerio de Sankt Johannis.
En uno de los extremos de la plaza, se levanta una iglesia que esconde un pecado original. Se llama Frauenkirche -la iglesia de Nuestra Señora- y es un edificio modesto, sin el porte ni la filigrana de otras iglesias de Baviera. La puso en pie el emperador Carlos IV entre 1355 y 1358 y dentro se respira una paz especial. Tanta que se hace difícil imaginar que su construcción fue la rúbrica de la destrucción de la judería de la ciudad, perpetrada en un sanguinario pogromo en 1349.
Por entonces, Nuremberg no era una sino dos ciudades, construidas en torno a dos grandes iglesias: San Lorenzo y San Sebaldo. En el medio, el río Pegnitz y una tierra de nadie maloliente donde vivían prostitutas, delincuentes y un puñado de judíos a los que les estaba vedado vivir entre los muros de la ciudad. Una disposición que cambió a mediados del siglo XIV, cuando los habitantes de Nuremberg pidieron permiso al emperador para unir las dos mitades y ganar estos terrenos para la ciudad levantando en ellos un formidable mercado.

Para eso, por supuesto, había que destruir el gueto y expulsar a todos sus habitantes. Y así fue como en una noche de diciembre se desencadenó el aquelarre de violencia antisemita: 562 judíos fueron quemados vivos y su sinagoga, reducida a escombros. Sobre esos escombros se levanta hoy precisamente la iglesia de Nuestra Señora.

Un cartel en el atrio recuerda la masacre y hace votos para que no se repita. Por supuesto, la inscripción tiene menos que ver con el pogromo del siglo XIV que con el exterminio judío del nazismo, cuyos líderes convirtieron Nuremberg en la capital histórica del Reich y sus calles medievales, en idílico decorado de su deriva asesina. Es imposible encontrar una excusa para la conducta de los habitantes de la ciudad, que abrazaron casi sin excepciones todas las cláusulas del nazismo. Por eso aún estremece rezar entre los muros de Nuestra Señora y ver la silueta del edificio en las fotografías en blanco y negro de los desfiles de Hitler.
Melencolia I es uno de los tres grabados del famoso pintor del Renacimiento alemán Alberto Durero, que junto con El caballero, la Muerte y el Diablo y San Jerónimo en su gabinete, compone las Estampas Maestras. Es considerada la obra más misteriosa de Durero y se caracteriza, como muchas de sus obras, por su iconografía compleja y su simbolismo. Es una composición alegórica que ha suscitado diversas interpretaciones. Mide 24cm de alto y 18.8 cm de ancho

Al fondo hay un murciélago sosteniendo una cartela con el texto “Melencolia I”, el título del grabado.
La imagen central y más importante es una figura alada meditabunda, que puede ser considerada un ángel, acurrucada en el suelo y con el rostro ensombrecido. Esta dama apoya su cabeza –coronada de hierbas y con el cabello despeinado– en su puño izquierdo, mientras que con la otra mano sostiene un compás. Del cinturón cuelgan un conjunto de llaves revueltas


A su lado se encuentra un putto (mediador entre la esfera terrenal y celestial), apoyado en una piedra de molino, que escribe o dibuja sobre una tablilla.



En la parte inferior se encuentra un perro famélico, animal que se encuentra también en otros grabados de Durero, durmiendo a los pies del personaje principal. Aunque tradicionalmente el perro simboliza la lealtad, aquí un perro puede representar la melancolía o la locura.
En el suelo, hay varios útiles de carpintería (martillo, cepillo, clavos y sierra) y arquitectura (un tintero y una pluma) que se encuentran desordenados.

En su grabado Melancolía I el artista alemán Alberto Durero formó un cuadrado muy especial con los números del 1 a 16. Cada fila y cada columna suma 34, las diagonales suman 34, los cuatro números del centro suman 34, los cuatro vértices del cuadrado suman 34 y hay !más de 34 sumas 34!. Y añadió un guiño con el año de la obra, 1514. Es el juego de los números en un cuadrado mágico, que fue homenajeado por el escultor Subitachs en la Sagrada Familia de Gaudí.

 Es el juego de los números en un cuadrado mágico, que fue homenajeado por el escultor Subitachs en la Sagrada Familia de Gaudí.
 Tiene la particularidad de que la constante mágica es, apropiadamente, 33: «la edad de Cristo» (durante la Pasión). Fue diseñado para la llamada Fachada de la Pasión del todavía inacabado templo modernista de Gaudí por el escultor Josep María Subirachs.

Josep Maria Subirachs i Sitjar (Barcelona, 11 de marzo de 1927-ibidem, 7 de abril de 2014)1​ fue un escultor, pintor, grabador, escenógrafo y crítico de arte español. Fue uno de los escultores españoles contemporáneos con más prestigio internacional, como puede verse en sus múltiples galardones y reconocimientos recibidos, así como en la presencia de su obra en numerosos museos y lugares públicos de ciudades de todo el mundo, principalmente Barcelona. También participó en una gran cantidad de exposiciones tanto colectivas como individuales, en museos y galerías públicas y privadas

La opera magna de Subirachs fue la decoración escultórica de la Fachada de la Pasión del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona, que realizó entre 1987 y 2009. Para esta obra vivió y trabajó por un tiempo en una modesta vivienda situada en el interior del propio templo de la Sagrada Familia, a imagen y semejanza de su ídolo, Antoni Gaudí. En la realización de esta obra contó con la colaboración de sus ayudantes Ramon Millet y Bruno Gallart.
En esta obra Subirachs recuperó su estilo expresionista de los años 1950, para enfatizar el carácter expresivo de las figuras y el patetismo del tema. Sin embargo, su obra en el templo gaudiniano fue muy criticada por su estilo contemporáneo, que rompía con el estilo en que se había desarrollado hasta entonces, de corte más realista —especialmente la Fachada del Nacimiento—

En el grabado hay muchos elementos relacionados con la geometría, la aritmética y la medida del tiempo. Sobre el muro hay una esfera de madera torneada, un poliedro truncado de cristal de alunita formado por pentágonos irregulares y triángulos (en que se puede apreciar un rostro humano difuminado), una regla, un reloj de arena, una balanza y un cuadrado mágico de 4x4. También hay una campanilla y una escalera de siete peldaños, que asciende hasta una torre o edificio que no se vislumbra su final. En el fondo vemos un poblado. 

Hay un contraste entre la sombra que proyecta la Luna sobre los objetos y el brillo de un cometa, que se encuentra encerrado en un arco iris (símbolo de la reconciliación y de la alianza entre Dios y los hombres).

Alberto Durero realizó cerca de 450 grabados al cobre y xilografías, y tan sólo unos 80 cuadros. En virtud del número de obras y de la variedad y fuerza de sus creaciones, podría decirse que era grabador antes que pintor. Junto con El caballero, la Muerte y el Diablo y San Jerónimo en su gabinete, Melancolía I forma parte de las denominadas Estampas Maestras de Durero. Las estampas fueron realizadas entre 1513 y 1514 y son la culminación de su trabajo como grabador. Se han interpretado como autorretratos en clave simbólica, que nos presentan la imagen que Durero tiene de sí mismo: como artista de carácter melancólico en Melancolía I, como intelectual en San Jerónimo en su celda y como caballero cristiano en El caballero, la muerte y el diablo.
Los grabadores al cobre trabajaban con el buril, herramienta que Durero conocía desde la infancia, ya que su padre era orfebre. Después de enseñarle su oficio a Alberto, el padre lo introdujo como aprendiz en el taller de un pintor. Durero no aprendió a usar el pincel hasta que no dominó el buril.


Durero advierte en uno de sus escritos del peligro de que los aprendices de pintor practiquen en exceso, puesto que "pueden ser presa de la melancolía" Como remedio contra este tipo de tristeza recomiendo el "placentero sonido de la lira" para "deleite de su espíritu". El motivo de la cabeza apoyada en la mano se repetía con frecuencia. De las leyendas se desprende que no sólo se asociaba a la melancolía, sino también a la acedia, un concepto de la vida monacal de la Edad Media que designa una apatía espiritual, una incapacidad para "elevar el alma a Dios". Se consideraba una tentación, y durante mucho tiempo, también un pecado mortal. La acedia caracterizaba la forma más severa de melancolía, que no era tan sólo una turbación del estado de ánimo sino un impedimento mucho mas hondo de desea o de hacer algo. Hoy lo denominamos una profunda depresión.


La melancolía fue bastante frecuente en determinadas épocas, aunque no siempre bajo su estricto nombre. En el siglo XVIII, los alemanes hablaban de la "enfermedad de Werther", en el siglo XIX los franceses se referían a ella como "la enfermedad del siglo". Casi todas las "épocas melancólicas" tienen en común una situación social compleja, en la que cuesta orientarse y actuar en consecuencia. Todo ello puede verse agravado por una sensación de hastío, tedio y amenaza.


La época en la que Durero concibió su "Melancolía" fue un periodo de bruscas transformaciones,. La visión cristiana del mundo tuvo que convivir con una nueva visión desarrollada a partir de las ciencias naturales; la institución que durante la Edad Media había sido el puntal espiritual e intelectual. Las repercusiones de estos cambios afectaron incluso a la vida cotidiana. Durante siglos, La Iglesia católica había predicado que los cristianos podrían ganarse el reino de los cielos con buenas obras. Lutero, en cambio, rechazaba esta tesis. Y si ya no cabía esperar ninguna recompensa en el otro mundo por el pan entregado diariamente a los pobres ¿por qué seguir ayudándolos con tanta generosidad?
La palabra melancolía y el motivo de la cabeza apoyada en la mano se empleaban también en otros contextos, como expresión de uno de los cuatro temperamentos. La doctrina de los temperamentos surgió en la Antigüedad clásica y volvía a estar en boca de los humanistas. sostiene que el cuerpo y el temperamento o manera de ser vienen determinados por cuatro humores distintos, es decir, la bilis amarilla, la bilis negra, la flema y la sangre, relacionadas con las cuatro estaciones (verano, otoño, invierno y primavera, respectivamente) y con los cuatro tipos de caracteres de las personas (los biliosos amarillos eran coléricos, los biliosos negros eran melancólicos, los flemáticos eran calmados y los sanguíneos eran sociables), todo ello desarrollado en una verdadera teoría medicinal complejísima relacionada con la naturaleza, la astrología y la filosofía. Tenemos que tener en cuenta que a los artistas se les asignaba el carácter melancólico y que se les relacionaba con el planeta Saturno. Se ha elucubrado con la idea de que el grabado representa la desolación inacabable del que quiere saber y cuánto más sabe, más se da cuenta de que no sabe nada… 


La teoría de los cuatro humores no se ha podido sustentar en investigaciones científicas, pero la clasificación de todos los seres humanos en cuatro temperamentos es hoy tan popular como antes. Según las descripciones antiguas, el hombre de temperamento sanguíneo era el más dichoso mientras que el melancólico era el peor parado; huraño, sombrío, avaro, indolente y perezoso.

El caballero, la muerte y el diablo 
es un grabado del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Fue realizado en 1513 mediante la técnica de buril sobre plancha de metal. Hay ejemplares de él en los más reputados museos; el Museo del Louvre guarda uno, con unas dimensiones de 25 x 19 cm.

Los tres personajes principales dan título a la obra: un caballero, la muerte y el diablo. Pero aparte de ellos, se representan multitud de elementos que llenan la composición para conjurar el horror vacui.
El caballero, completamente equipado y montado sobre un caballo, es la figura central. Ha de prestarse atención a la completa elaboración anatómica del cuerpo del caballo, lo que es típico de los artistas del Renacimiento, preocupados por las ciencias naturales y la anatomía. Probablemente a Durero le influyen las impresiones obtenidas en su viaje a Italia, cuando hizo el esbozo de un caballo.
Está acompañado por un perro que se asocia a la lealtad y la fe, y es un motivo usado a menudo por Durero. En la parte inferior derecha un lagarto huye en dirección opuesta.
Otros dos acompañantes del caballero, que despiertan menos confianza, son la Muerte y el Diablo. La muerte está representada con forma barbuda, sobre un caballo viejo, inestable, con un reloj de arena como símbolo de lo transitorio, y pelo serpenteante. El diablo se sitúa en la parte posterior del caballero, siendo una creación particularmente imaginativa, una mezcla de animales diferentes.
En la parte inferior izquierda hay una placa con las iniciales del nombre y del apellido del artista (a d), formando un anagrama característico con el que firmaba algunas obras. Además, puede verse la fecha. Detrás de esta placa hay una calavera, otro símbolo de la muerte. Puede aludir al hecho de que este caballero, tan orgullosamente sentado sobre su caballo, pronto puede matar y a su vez, sufrir la muerte.
El caballero parece estar cabalgando por un valle o por un paisaje montañoso con árboles y maleza. En el fondo se reconoce un castillo o una ciudad que se asemeja a Núremberg. El paisaje está realizado con gran detalle, como es propio de un autor que se dedicó también al género paisajístico.

San Jerónimo en su gabinete  es un grabado del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Fue realizado en 1514.
San Jerónimo se sienta en la obra detrás de un escritorio. Esta clase de mesa es típica del Renacimiento. Principalmente al pintar se guiaba por la virtud teologal.
En una esquina de la mesa hay una cruz. Si se traza una línea imaginaria desde la cabeza de Jerónimo hasta la cruz, la mirada del espectador se dirige hasta una calavera cerca de la ventana, dos objetos asociados entre sí y que se relacionan con estos dos temas: la resurrección y la muerte. Para el espectador queda abierta la cuestión de si finalmente ganará la muerte o la vida.
En un primer término de la pintura aparece un león, componente tradicional de la iconografía de Jerónimo y un perro dormitando, animal que se encuentra frecuentemente en las obras de Durero y que simboliza la lealtad.
Son notables la increíble fidelidad al detalle y la refinada elaboración. El cuadro está lleno de pequeños temas que atrapan la mirada del espectador y que son típicos del Renacimiento nórdico y de Durero.
Se ha considerado que formaba parte de un grupo consciente de meisterstreich con el Caballero, la Muerte y el Diablo (1513) y la Melancolía I (1514). Sería así un tríptico de grabados que comprendería las alegorías de las tres clases de virtudes y tres esferas de actividad según una clasificación aún medieval. El Caballero, la Muerte y el Diablo representanrían la esfera moral y la "vita activa". Melancolía I representaría la esfera intelectual, constituyendo una conexión entre el mundo racional de las ciencias y el imaginativo de las artes. En esta hipótesis, San Jerónimo en su gabinete simbolizaría la teología y la "vita contemplativa" del monje que logra la sabiduría mediante el estudio y la meditación.

Sobre la firma de Durero en este grabado ha surgido una teoría según la cual esta obra sería un homenaje de Durero a Leonardo da Vinci. 1514 + 1 (valor numérico de A) + 4 (valor numérico de D) señala 1519, año de la muerte de Leonardo da Vinci. Más aún, Jerónimo se parece a un autorretrato de da Vinci.

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