jueves, 12 de septiembre de 2013

John Constable - Angelica Kauffmann y Mary Moser

Nacido en 1776, suele decirse de John Constable que con él la pintura inglesa alcanzó la contemporaneidad a través del estudio del paisaje, llegando a acuñarse, gracias a su obra, el término "manera inglesa" con motivo de una exposición celebrada en París en el año 1804.

De formación académica, rápidamente descubrió que, frente al auge del retrato tan de moda en los contextos artísticos ingleses de finales del siglo XVIII y principios del XIX, su verdadera vocación estaba enfocada al paisaje, considerado por él como un mundo dramático lleno de sugestiones nuevas tanto para el ojo como para el espíritu, razón por la cual fue considerado un magnífico narrador de la naturaleza de las tierras británicas.

Constable recorrió los paisajes británicos palmo a palmo con su caballete, inspirándose para sus obras en la visión directa de la naturaleza y apoyándose, por supuesto, en su dominio del dibujo adquirido gracias a su formación en la Academia Real de Londres. A la hora de acometer una obra, Constable realizaba tres o cuatro bocetos, aplicando, a continuación, una solidísima paleta de gran consistencia sobre la que, aprovechando el grosor de la materia, aplicaba unos toques blancos que conferían al paisaje una enorme brillantez.

En su etapa de juventud, Constable mostró ya un concepto muy revolucionario, inspirándose entre otros en el poeta Wordsworth, en cuadros que Claudio de Lorena que tuvo la oportunidad de admirar tanto en colecciones privadas inglesas como en sus viajes a Italia, y en los paisajistas holandeses que se desmarcaron de la temática religiosa barroca gracias a una clientela sobre todo burguesa que les permitía cultivar la temática profana.

Buena parte de la idiosincrasia artística de Constable quedó plasmada en numerosas cartas en las que, además de referirse a reconocidos artistas del pasado y el presente como Tiziano, Wilson o el citado Claudio de Lorena; manifestó sus inquietudes y sus preferencias pictóricas.

Para él, tiene gran importancia el claroscuro de la naturaleza, el cual utiliza de manera descriptiva diluyendo el color del fondo y jugando con los contrastes dramáticos entre luces y sombras. Para él, puesto que la representación del paisaje lleva implícito un elemento dramático, no hay nada mejor que subrayar ese dramatismo por medio de la luz.

Igualmente, se considera a Constable todo un maestro en el uso de la mancha a la hora de captar los volúmenes, algo que queda de manifiesto en sus representaciones de árboles, nubes, agua, etcétera. Asimismo, gracias a su práctica habitual de salir al campo al encuentro directo con la naturaleza, fue capaz de captar paisajes muy descriptivos, casi anecdóticos.
De esta primera etapa de juventud, además de algunos retratos y alguna obra de temática religiosa, la mayor parte de sus obras se corresponden a paisajes naturalistas de espacios bien conocidos por él por encontrarse cerca de su Suffolk natal, como por ejemplo "El Valle de Dedhman" (1802), "Vista de Epson" (1809), "Esclusas y granjas sobre el Stour" (1811), así como varios cuadros de "La bahía de Weymouth".

Rebasada la década de los veinte del siglo XIX, puede considerarse que la obra de John Constable va dando un giro progresivo hacia una concepción mucho más melancólica y romántica del paisaje, dando como resultado una obra totalmente desposeída de cualquier rasgo de academicismo donde no se aprecia ni rastro de dibujo ni de manchas cromáticas, sino un juego diluido y expresionista de elementos, algo que se ha venido denominando como "el claroscuro de la naturaleza".

De esta etapa es su célebre obra "La carreta de heno" (1821), con la cual obtuvo la medalla de oro del Salón de París de 1824 al ser considerada una obra prácticamente de vanguardia. Sin embargo, es quizás su serie de cuadros sobre "La Catedral de Salisbury" la obra más conocida de Constable, donde presenta una serie de visiones de esta espectacular catedral gótica realizadas entre 1823 y 1831.

A partir de aquel momento, fue un gran impulsor de la técnica de dividir las pinceladas para expresar las variaciones de la luz. Influyendo de manera significativa en Delacroix, Géricault y los pintores de la Escuela de Barbizon, clave para el futuro nacimiento del impresionismo.

Buena parte de la modernidad de las distintas vistas de la Catedral de Salisbury de John Constable radica en el hecho de presentar un mismo monumento a distintas horas del día con el fin de buscar la experimentación del ojo humano y apreciar cómo un elemento estático, es capaz de cambiar en función de los condicionantes climáticos y ambientales. 


Supone igualmente un clarísimo guiño romántico el hecho de elegir como let-motiv un elemento estático de origen medieval, como es la gótica catedral de Salisbury y su espectacular aguja, añadiendo en cada obra de la serie alrededor de ella un conjunto de elementos de carácter anecdótico.

En sus últimas obras, ya hacia 1830, los paisajes de Constable acusan aún más si cabe la recurrencia de la mancha, presentando composiciones partidas por una línea de horizonte y unos fondos que casi vienen a anunciar el impresionismo, como se aprecia en las obras "El maizal" (1828) y "Granja en el valle" (1835)

Se enamoró de Maria Bicknell, una muchacha de la localidad con quien pudo casarse en 1816 tras cinco años de oposición por parte del padre de ella. Tuvieron siete hijos. Fue un matrimonio excepcionalmente feliz 

A partir de 1825, se produce un punto de inflexión en su obra y paulatinamente se va viendo en ella un naturalismo más sombrío y melancólico, de añoranza, donde los paisajes se cargan más de sentimiento. El naturalismo de sus primeros años da paso a un expresionismo y subjetividad mayores. Esto se verá aún más acusado tras la muerte de su mujer, María, en 1828.


Tras el nacimiento de Lionell el 21 de enero de 1828 la salud de Maria se quebrantó definitivamente. La tuberculosis que padecía desde hacía años y los continuos embarazos la llevaron a la muerte el 23 de noviembre de 1828. La muerte de la inseparable compañera sumió al pintor en una profunda tristeza -"nunca volveré a sentir lo que he sentido, el rostro del mundo ha cambiado totalmente para mí" llegó a decir- y provocó un brusco cambio en su concepción pictórica. La imagen serena y naturalista del paisaje va a dejar paso a visiones cargadas de melancolía y de expresividad, en las que los colores se hacen más oscuros y las pinceladas más abocetadas. La muerte de su buen amigo John Fisher el 25 de agosto de 1832 -infectado de cólera durante un viaje a Bolonia- incide en esta tendencia depresiva, creando en estas fechas una de sus obras más impactantes: El castillo de Hadleigh pintado en 1829, el mismo año que Constable empezó a trabajar en los diseños que David Lucas grabaría y publicaría en una serie titulada "El paisaje inglés", cuyo texto también era de Constable, intentando en él explicar el carácter de su pintura. 

Las obras de la década de 1830 están caracterizadas por una mayor expresividad, preocupándose menos por la minuciosidad naturalista y en mayor medida por los efectos de la luz y la atmósfera sobre el agua, el cielo o las hojas de los árboles. 


El castillo de Hadleigh

Estudio de nubes


Estudio de nubes
 Estudio para El carro de heno (detalle) 
















Kauffmann y Moser, dos académicas sin derecho de admisión 

Arte en femenino: Angelica Kauffmann y Mary Moser, las dos primeras artistas miembros de la Royal Academy of Arts tenían vetada la entrada al edificio.




Para solventar el problema de la ausencia de las dos académicas, estaban representadas en unos bustos pintados colgados en la pared con lo que, una vez más, la mujer pasa a ser objeto del arte, en lugar de productoras de arte.
La presencia de modelos masculinos desnudos se encuentra tras la prohibición a las mujeres artistas hasta el año 1922. Ésta era una razón de peso en la mojigata sociedad de la época, pero también un gran obstáculo para el desempeño de su profesión para estas mujeres cuya profesión tanto se apartaba de la tradicional imagen de la mujer. También explica el hecho de que a lo largo de la historia del arte, son pocas las mujeres que cultivaron el gran género, el género histórico que requiere un gran conocimiento anatómico y en el que destaca Elizabeth Thompson, Lady Butler (1846-1933).


Angelica Kauffmann


(1741-1807)

Nacida en Suiza y criada en Austria, era hija de un mediocre pintor que rápidamente detectó el talento de su hija, Angelica fácilmente aprendió varios idiomas, mostraba un destacado talento musical y sobretodo pictórico, alcanzando la fama a los doce años.

A partir de 1763, realiza frecuentes viajes por toda Italia, conociendo en Roma a Winckelmann que fue su valedor. La esposa del embajador inglés en Venecia, Lady Wentworth, le pidió que la acompañara a Londres, donde el apoyo de la aristócrata le abrió las puertas de la sociedad londinense.

Pero será su amistad con Sir Joshua Reynolds la relación que más marcará su vida. Fue su apoyo cuando fue seducida y engañada por un aventurero que se hacía pasar por un noble sueco, el Conde de Hom, con el que llegó a contraer matrimonio. También, gracias a Reynolds, que será el primer presidente de la Royal Academy of Arts, será miembro fundador de la academia junto a Mary Moser desde 1764, exponiendo ininterrumpidamente desde 1769 hasta 1782, participando junto a otros miembros en la decoración de la sede de la academia en Somerset House y en la Catedral de Saint Paul.

En 1781 y tras la muerte de su primer esposo, del que vivía separada, contrajo matrimonio con el pintor veneciano Antonio Succhi, trasladando su residencia a Roma poco después. Será en Roma donde entablará amistad con Johann Wolfgang von Goethe y donde fallecerá en 1808, siendo honrada por los miembros de la Accademia di San Luca en un impresionante funeral organizado por Antonio Canova.












Mary Moser 


(1744-1819)

Nacida en Londres e hija del pintor y esmaltador suizo George Michael Moser, destacó por su talento muy temprano, ya que ganó la Medalla de la Sociedad de las Artes a los catorce años. Destacará principalmente por sus pinturas de flores y, ocasionalmente, de género histórico.

En 1764, junto a Angelica Kauffmann, formará parte del grupo de 35 artistas que fundarán la Royal Academy of Arts. Mary Moser recibirá numerosos encargos de la familia real, hasta que tras su boda en 1793, se retiró como profesional, continuando pintando de modo amateur.

Durante el mismo periodo, mantuvo una relación extramatrimonial con Richard Cosway que había sido abandonado por su esposa Maria, la célebre amante de Thomas Jefferson.

Tras la muerte de Angelica Kauffman y Mary Moser, ninguna mujer fue aceptada como miembro de la Royal Academy hasta 1936 cuando aceptaron a Dame Laura Knight.









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