El racionalismo es una corriente filosófica que se desarrolló en Europa continental durante los siglos XVII y XVIII, formulada por René Descartes, que se complementa con el criticismo de Immanuel Kant, y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.
El racionalismo se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien decía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Descartes aseguraba que solo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales. A partir de aquellas verdades es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.
Los Caballeros Templarios
La Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón (en latín: Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici), también llamada la Orden del Temple, cuyos miembros son conocidos como caballeros templarios, fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media. Se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas.
La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
Blasón de Hugo de Payns como Primer Gran Maestre Templario, de 1118 al 24 de mayo de 1136. |
Hugo de Payns. Pintura del siglo XIX. Palacio de Versalles. |
Hijo de Gautier de Montigny y nieto de Hugo I, Señor de Payns, su infancia y su juventud se ven influidas por el ambiente de reforma religiosa que se desarrolla en la Champaña y que dará figuras de la talla de san Roberto de Molesmes, fundador de las abadías de Molesmes y Cîteaux, o la de san Bernardo de Claraval, impulsor de la reforma del cister y mentor eclesiástico de la misma Orden del Temple. De la ferviente pasión religiosa de Hugo II de Payns es muestra su breve paso como monje por la abadía de Molesmes, tras la muerte de su primera esposa Emelina de Touillon, con la que se había desposado hacia el 1090.
Es muy probable que Hugo II de Payns realizará su primer viaje a Tierra Santa junto al conde de Champaña en 1104-1107. Tras regresar de éste, y para ayudar a consolidar las pretensiones políticas de su señor, casó en segundas nupcias con Isabel de Chappes (entre 1107 y 1111), perteneciente a una de las familias más importantes del sur de la Champaña. Del matrimonio nacieron cuatro hijos.
Hugo y sus compañeros regresan en enero de 1129 a la Champaña para tomar parte en el Concilio de Troyes, un concilio de la Iglesia católica, que se convocó en la ciudad francesa el 13 de enero de 1129, con el principal objeto de reconocer oficialmente a la Orden del Temple.
Hugo de Payns relató en este concilio los humildes comienzos de su obra, que en ese momento sólo contaba con nueve caballeros, y puso de manifiesto la urgente necesidad de crear una milicia capaz de proteger a los cruzados y, sobre todo, a los peregrinos a Tierra Santa, y solicitó que el concilio deliberara sobre la constitución que habría que dar a dicha Orden.
Se encargó a San Bernardo, abad de Claraval, y a un clérigo llamado Jean Michel la redacción de una regla durante la sesión, que fue leída y aprobada por los miembros del concilio.
Bernardo de Claraval (castillo de Fontaine-lès-Dijon, (Borgoña), 1090 — Abadía de Claraval, Ville-sous-la-Ferté, Champaña-Ardenas, Francia, 20 de agosto de 1153) fue un monje cisterciense francés y abad de la abadía de Claraval.
Con él, la orden del Císter se expandió por toda Europa y ocupó el primer plano de la influencia religiosa. Participó en los principales conflictos doctrinales de su época y se implicó en los asuntos importantes de la Iglesia. En el cisma de Anacleto II se movilizó para defender al que fue declarado verdadero papa, se opuso al racionalista Abelardo y fue el apasionado predicador de la segunda Cruzada.Es una personalidad esencial en la historia de la Iglesia católica y la más notable de su siglo. Ejerció una gran influencia en la vida política y religiosa de Europa.Sus contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.La Iglesia católica lo canonizó en 1174 como san Bernardo de Claraval, y lo declaró Doctor de la Iglesia en 1830.
San Roberto de Molesmes (c. 1028 - 1111), abad, fue uno de los fundadores de la Orden del Císter en Francia.
El monasterio de Cîteaux, bajo la dirección de Alberico fue uno de los lugares de origen de la nueva Orden Cisterciense, que llegaría a ser famosa en el siglo XII con Bernardo de Claraval.
El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo hasta nuestros días el nombre de los caballeros templarios.
Mi recomendación:
Una de las mejores sagas de la novela histórica, Los reyes malditos
«¡Todos malditos, hasta la séptima generación!» Ésa es la terrible maldición que el jefe de los templarios, desde las llamas de la hoguera, lanza a la cara de Felipe el Hermoso, rey de Francia. Corre el año 1314 y la profecía parece haberse hecho realidad: durante más de medio siglo, los reyes se suceden en el trono de Francia, pero nunca duran mucho tiempo. De las intrigas palaciegas a las muertes súbitas e inexplicables, de las batallas entre las dinastías a las guerras desastrosas, todo parece fatalmente marcado por el sino de los reyes malditos. El futuro de Europa está en juego durante esos años negros.
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Extinción de la Orden de los Templarios
La muerte de Bonifacio VIII permitió a Felipe IV hacer elegir a papas franceses (Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305). El rey encontró, además, en el papa Clemente V a una personalidad más maleable que estaba bajo su poder. Así que, entre otras cosas, le pidió la supresión de la Orden del Temple en 1307, tras un juicio de siete años al que estuvieron sujetos cerca de quince mil hombres, entre ellos el Gran Maestre, Jacques de Molay, que junto con otros dos templarios, fue quemado en París por supuesta herejía. El 13 de octubre de 1307, los templarios fueron llevados a prisión, por orden del rey Felipe, después de haberlos torturado para que admitieran su herejía. El Gran Maestre de la orden, Jacques de Molay, pereció en la hoguera en París en el año 1314.
Bonifacio VIII, por Giotto di Bondone, alrededor de 1300 |
El papa Bonifacio VIII (1294-1303), un político experimentado a veces descrito como brusco y arrogante, era un feroz defensor de la soberanía universal del papado sobre toda la Cristiandad, como estableció el Dictatus Papae en el siglo XI. La cuestión concreta que le hizo entrar en conflicto con el rey Felipe IV de Francia era si los señores seculares podían establecer impuestos al clero. En su bula Clericis laicos (1296), Bonifacio VIII prohibía cualquier imposición sobre las propiedades de la Iglesia excepto por parte del papado, o el pago de tales impuestos. Pero solamente un año más tarde concedió a Felipe IV el derecho de recaudar impuestos entre el clero en casos de emergencia. Felipe IV respondió escribiendo: «Su venerable estupidez puede que sepa que no somos el vasallo de nadie en cuestiones temporales», y convocó una reunión del Estado General, un consejo de los señores de Francia, que respaldaron su posición. El rey de Francia presentó cargos de sodomía, simonía, hechicería, y herejía contra el Papa y lo llamó ante el consejo.La muerte del papa Bonifacio VIII privaba el papado de su político más competente que podría enfrentarse al poder secular del rey de Francia. Después del papado conciliador de Benedicto XI (1303-04) envenenado por orden del rey de Francia, Clemente V (1305-1314) se convirtió en el siguiente Pontífice, era originario de Gascuña, en Francia meridional.
Clemente V fue el primer papa que hizo de Aviñón su residencia, aunque no con la intención de cambiar la Sede de Roma |
La elección de Aviñón
La inseguridad en la que se encontraba Roma fue la razón por la cual los cardenales celebraron el cónclave en Perugia, donde salió elegido Clemente V. Como se ha dicho él no estaba presente en el cónclave y pidió ser coronado, en vez de Roma, en la ciudad de Lyon. Así se hizo, pero después de la ceremonia, el papa, regresó a Burdeos.
Clemente V vio como necesario reafirmar la independencia de la Santa Sede, pero a la vez mantener un contacto muy estrecho con el rey francés y con el emperador; por lo que en 1309 se trasladó de Burdeos a Aviñón que era propiedad de la casa de Anjou, soberanos de Nápoles (vasallos de la Iglesia). Además la ciudad se encontraba muy cerca al condado de Venaissin, feudo papal, adquirido por Gregorio X en 1274. Si bien no se puede saber las intenciones del Papa Clemente V sobre el regreso a Roma, es su pontificado el que da inicio al período conocido como Papado de Aviñón
Aviñón es una ciudad y comuna francesa, capital del departamento de Vaucluse, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul. |
El palacio papal, Palais des Papes, es la más grande de las construcciones góticas de la Edad Media, de un tamaño tal que casi hace pequeña a la catedral, calculándose que ocupa, en total 15.164 m2. Sus muros alcanzan más de 5 metros de grosor. Se trata de un monumento impresionante que se asienta en la plaza del mismo nombre, sobre una protuberancia rocosa que había en la parte norte de la ciudad, sobre el Ródano, llamada Rocher des Doms. Comprende dos palacios: el Viejo (Palais Vieux), de Benedicto XII, y el Nuevo (Palais Neuf), de Clemente VI. El palacio se comenzó en 1316 por Juan XXII y continuó por los papas posteriores a lo largo del siglo XIV hasta que se acabó en 1370. Lo decoraron lujosamente artistas de la épocaEl Temple: el barrio escondido de Londres
El Barrio del Temple está situado entre el río Támesis y Fleet Street, en el corazón de la City. La estación de metro más cercana lleva su nombre: Temple. La entrada al Barrio del Temple se hace por una puerta situada justo enfrente del edificio de la Royal Courts of Justice (Tribunales de Justicia), un enorme edificio de estilo neogótico.
A mediados del siglo XII, antes de la construcción de la iglesia, los Caballeros Templarios de Londres se reunían en un lugar en High Holborn en una estructura establecida por Hughes de Payens (ese lugar fue históricamente la sede de un templo romano en Londinium). Debido al rápido crecimiento de la orden, para la década de 1160 este lugar se les había quedado pequeño, y la orden compró el actual sitio para establecer un gran complejo monástico que sirviera de sede en Inglaterra. Además de la iglesia, el conjunto originalmente contenía residencias, instalaciones de entrenamiento militar, y terrenos de recreo para los monjes guerreros y los novicios, a los que no se les permitía ir al centro de la ciudad sin permiso del Maestro del Temple.
Efigies de Caballeros Templarios |
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