jueves, 2 de marzo de 2017

(III) Durero - El regreso a Nuremberg - La relación de Durero con la Reforma

(II) Durero - El segundo periodo italiano, pincha aqui

El Bosco - Grünewald - La catedral de San Juan de Bolduque, pincha aqui

La tentación de San Antonio (II) - Matthias Grünewald - David Teniers el Joven  - Joos van Craesbeeck - Paul Cézanne - Dalí, pincha aqui

En febrero de 1507, Durero abandona Venecia y emprende el camino de regreso. Sus conciudadanos descubren un hombre nuevo, preparado para proponerse como punto de referencia moral y cultural. En las obras realizadas inmediatamente después de su regreso de Italia, como los grandes desnudos de Adán y Eva, hoy en el Museo del Prado, se pone de manifiesto la voluntad del pintor en poner su experiencia al servicio del progreso del arte. Durante dos años, Durero abandona el grabado y se concentra en el estudio de las matemáticas y de la pintura. La totalidad del taller se dedica a la ejecución del “Retablo Heller” destinado a la ciudad de Frankfurt, entregado en agosto de 1509 y que será completado con postigos en grisalla pintados por Matthias Grünewald. Durero se reserva la realización de la tabla central que será destruida por un incendio. Los contactos con los humanistas se hacen más frecuentes: en 1508 en el “Martirio de los diez mil cristianos en el monte Ararat”, destinado a Federico el Prudente y que constituye una exaltación casi morbosa del martirio, Durero se representa al lado del poeta Conrad Celtis, miembro de la corte de Maximiliano de Habsburgo y director de la universidad de Viena. En 1509, Durero retoma con brío sus trabajos gráficos.

El martirio de los diez mil cristianos, 1508, Alberto Durero, (Viena, Kunsthistorisches Museum). El cuadro representa el martirio en masa de los cristianos de Bitinia, ordenado por el rey persa en el año 303. El arte de Durero reside en primer lugar en su mirada incansable, siempre abierta sobre el espectáculo de la naturaleza, una mirada sin embargo más normativa que contemplativa, dicho de otra manera, capaz de dar forma bajo cualquier aspecto a la realidad y llenarlo de energía sin apartarse de los datos objetivos de la visión. En el cuadro, se pueden distinguir cerca de ciento treinta figuras que sucumben a diversas formas de martirio. Este tema lúgubre convenía perfectamente a la representación de cuerpos desnudos. Se puede reconocer en el centro de la composición el autorretrato del pintor, envuelto en un elegante abrigo negro comprado en Venecia y sosteniendo una banderola donde figura una inscripción en latín con la fecha y la firma. El personaje que se encuentra a su lado, se suele identificar con Conrad Celtis, poeta y humanista y figura importante en la universidad de Viena.

Habiendo alcanzado la cuarentena, Durero se interesa particularmente a su ciudad natal. Pinta cuadros destinados a lugares públicos: la sala de las Insignias imperiales, lugar donde se desarrollan las ceremonias municipales solemnes, a la cual serán destinadas las efigies del “Emperador Carlomagno” y el “Emperador Segismundo”, y el oratorio de Todos los Santos, situado en la “Casa de los doce hermanos”, sede de una cofradía destinada a los artesanos pobres. Para esta capilla, fue destinada la más célebre y la más suntuosa de las obras religiosas de Durero, la “Adoración de la Santísima Trinidad”. Pintado en 1511, este magnífico retablo presenta un extraordinario hemiciclo de santos suspendidos en el cielo en torno a la imagen de la Trinidad, según una forma de composición análoga a la adoptada por Rafael en la “Disputa del Santo Sacramento”. 

Adoración de la Santísima Trinidad (Retablo Landauer), 1511, Alberto Durero, (Viena, Kunsthistorisches Museum). El comitente del retablo era el rico y piadoso comerciante de Nuremberg Matthäus Landauer, que destinaba la obra a la capilla de la “Casa de los doce hermanos”, una institución caritativa. El encargo comprendía igualmente un suntuoso marco de madera dorada, dibujado por Durero y esculpido por un escultor de Nuremberg. Conforme al patrocinio de la capilla, la «pala» propone una Adoración de la Santísima Trinidad. La más elevada esfera celeste está presidida por Dios Padre en majestad; en el centro figuran una multitud de santos precedidos por la Virgen y por san Juan Bautista. En la zona inferior se sitúan las órdenes clericales y seculares. Durero ha representado el rostro del Creador con una precisión microscópica. Solo otra cara, pintada por un artista nórdico, único en su género, podría serle comparada: la imagen de Dios sobre el Retablo de Gante de los hermanos Van Eyck.

Ningún detalle es dejado al azar. Todo está cuidadosamente preparado y definido. El color es extendido en toques muy delgados, salvo en los rostros de los personajes, trabajados con una pasta parecida a la que utilizaba Memling. En el resto del cuadro, el artista muestra que es esencialmente un grabador. En esta obra, Durero consigue llevar hasta su punto álgido los recursos de la cultura figurativa alemana, sobre todo en el espléndido colorido, y al mismo tiempo, fusionarse con los más nobles modelos italianos. Para expresar esta síntesis, el artista se ha representado en la zona inferior del cuadro, cerca de un bloque de piedra que lleva una inscripción escrita en mayúsculas latinas perfectas, sobre un fondo de paisaje que evoca el lago de Garda.
Nuremberg: el triste secreto de Nuestra Señora - Melencolia I - El caballero, la muerte y el diablo, pincha aqui 

Después su actividad pictórica se interrumpe, dedicándose, desde 1513 a 1514, a las llamadas «Meisterstiche», obras maestras del grabado: «El Caballero, la Muerte y el Diablo», la versión más compleja de «San Jerónimo en su estudio» y la célebre y enigmática «Melancolía I» que ha provocado tantos quebraderos de cabeza a los especialistas. Si se quiere simplificar su complejo simbolismo y su profundo significado filosófico de esta serie de grabados, se puede decir que el grabado «El Caballero, la Muerte y el Diablo» representa la vida activa, el de «San Jerónimo» la vida contemplativa, y la alegoría de la “Melancolía” una elección existencial, proyectada sobre un horizonte imaginario.

Al servicio del emperador
Nombrado emperador en 1486, Maximiliano reina sobre un territorio que comprende Austria, Bohemia, Hungría, Borgoña y Tirol. Hombre cultivado, sobrio, seducido por la cultura italiana, sobre todo después de haber contraído matrimonio en segundas nupcias con Bianca Maria Sforza (sobrina de Ludovico el Moro), Maximiliano quiere dar a su imperio alpino un aspecto nuevo, noble y clasicista. Sin disponer de grandes medios económicos, consigue atraer a Innsbruck, residencia habitual de la corte, los mejores artistas de Alemania meridional, llegando a emplear al mismo tiempo a Durero, Altdorfer, Cranach y Burgkmair, y otros personajes como el astrónomo Erhard Etzlaub, que ayudará a Durero a realizar grandes grabados representando el mapamundi y las constelaciones.

Blanca María Sforza, retrato de Ambrogio de Predis, h. 1493 - 1495, Museo de Historia del Arte de Viena.
Blanca María Sforza (en italiano, Bianca Maria Sforza), (Pavía, 5 de abril de 1472 – Innsbruck; 31 de diciembre de 1510). Era hija del Duque de Milán Galeazo María Sforza. En 1493, se casa con el emperador Maximiliano I, quien había enviudado tras la muerte de su primera esposa María de Borgoña en 1482.
Santa Ana, la Virgen y el Niño, 1519, Alberto Durero, (Nueva York, Metropolitan Museum of Art). Firmada con el monograma del artista, al fondo a la derecha, esta obra es un genial ejemplo de la forma característica de las escasas pinturas y los grabados de los años 1516-1520, época en la que probablemente se pintó. Ello demuestra que al final de su vida, Durero reemplaza el humanismo italiano y latino, por un tipo de humanismo germánico que implica la reutilización y reelaboración de numerosos aspectos del lenguaje del siglo XV nórdico.
Retrato de Maximiliano I, 1519, Alberto Durero, (Viena, Kunsthistorisches Museum). El retrato fue terminado después de la muerte del emperador, y es por ello que en la parte superior del cuadro se exaltan las cualidades y se proclama su gloria para la posteridad. La granada que sostiene en la mano es su emblema personal: bajo una corteza de apariencia banal, esta fruta esconde en realidad numerosos granos, queriendo simbolizar la unión entre sus estados y bajo una única autoridad.
Con la muerte del emperador Maximiliano I el 12 de enero de 1519, se abre una nueva era para Europa con su sucesor, el joven Carlos de Habsburgo, quien había heredado la corona de España en 1516, perfilándose así la creación de un imperio de dimensiones intercontinentales. Siendo necesaria la autorización del nuevo emperador para obtener la renovación de toda clase privilegios, Durero debe viajar a los Países Bajos. Cuidadosamente organizado, el viaje de Durero dura un año, desde el 12 de julio de 1520 a finales de julio 1521. Su destino es Amberes, etapa fundamental de este periodo. En octubre de 1520 Durero viaja a Aquisgrán para asistir a la coronación de Carlos V en la capilla Palatina, erigida por Carlomagno y símbolo de Sacro Imperio Romano Germánico. Durero asiste a la ceremonia junto con Matthias Grünewald a quien donara dos de sus dibujos. Dos semanas más tarde, es presentado al emperador quien le confirma los privilegios económicos concedidos por Maximiliano. El cuadro más importante de su estancia en Amberes es “San Jerónimo en su estudio” ejecutado para el joven dignatario portugués Ruy Fernandez de Almeida.

La Catedral de Aquisgrán es una catedral situada en la ciudad alemana de Aquisgrán, al oeste del país y a escasos kilómetros de la frontera con Bélgica y los Países Bajos.
La Catedral de Aquisgrán es considerada la catedral más antigua del norte de Europa. Su origen se remonta a la Capilla Palatina construida por el emperador franco Carlomagno a finales del siglo VIII. A partir de este núcleo original, el templo fue creciendo y engrandeciéndose durante los siglos posteriores hasta formar el conjunto actual, que es un conglomerado de muy diferentes estilos arquitectónicos.
El monumento más famoso que ha quedado es la Capilla Palatina de Carlomagno en Aquisgrán, construida desde c. 790 y consagrada el 6 de enero de 805 ante el papa León III, aunque no sea el prototipo de este estilo. Su planta central se debe a que sirvió al parecer como mausoleo de Carlomagno, fallecido el 28 de enero del 814, enterrado en un sarcófago romano antiguo, al parecer junto al Evangeliario de Carlomagno y otros tesoros, que encontró Otón III en la solemne apertura de su tumba en el 1000.
Su autor fue Odón de Metz, que tomó como modelo la iglesia de San Vitale en Rávena y su juego de contrapesos para soportar la pesada bóveda central, aunque introdujo inteligentes modificaciones en el sentido de una mayor verticalidad aun que en Rávena (ya esta lo era respecto a las bizantinas). Se emplea el sillar macizo y bien tallado. El edificio fue restaurado en 983 y 1881 y tiene adiciones góticas y renacentistas.
Trono de Carlomagno, en la Capilla Palatina de Aquisgrán. Realizado en 790, con placas de mármol blanco traídas de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén
San Jerónimo en su estudio, 1521, Alberto Durero, (Lisboa, Museu de Arte Antigua). Es el más expresivo y el más meditado de los escasos cuadros ejecutados por Durero durante su viaje a los Países Bajos. Fue precedido por una serie de extraordinarios dibujos preparatorios, entre los cuales se encuentra el estudio al natural de la cara de un anciano de más de noventa años.
Durante su estancia en Amberes y en otras ciudades de Flandes y Holanda, Durero encontró muchos personajes interesantes:  intelectuales como Erasmo de Rotterdam, el rey Christian de Dinamarca, viajeros, diplomáticos, representantes de diversas naciones, y naturalmente a artistas: Quentin Metsys, Joachim Patinir, Lucas de Leiden, Mabuse y otros. Pero aquel viaje tuvo consecuencias nefastas para su salud. Después de haber contraído la malaria en Amberes, Durero quiere examinar una ballena que había encallado en las costas de Zelanda, pero le atrapa una gran tormenta. Cae gravemente enfermo y tarda mucho en reponerse. A partir de este momento, su salud va minando y el artista comienza a identificarse con la imagen de Cristo sufriente.

La relación de Durero con la Reforma
De regreso a Nuremberg durante el verano de 1521, Durero aparece cansado y agotado. Pinta y graba poco, prefiriendo consagrarse a compilar notas y dibujos destinados a sus tratados teóricos.  

Finalmente, en 1528, el gran tratado póstumo sobre la simetría y las proporciones del cuerpo humano será publicado en latín y en alemán. El enorme tratado sobre el arte, para el cual Durero continua a reunir notas teóricas y a realizar dibujos preparatorios quedará incompleto. Pero el espíritu del artista se dirige sobre todo hacia los cambios que aparecen en en el ámbito religioso. El arte sagrado es trastornado por la furia iconoclasta, que además del destrozo y del pillaje de las iglesias, engendra la destrucción de numerosas obras de arte y prácticamente el cese de los encargos. 
Los cuatro apóstoles es una obra a modo de díptico del pintor alemán Alberto Durero (Albrecht Dürer). Fue acabada en 1526. Es una pintura al óleo sobre madera de tilo. Se conserva en la Alte Pinakothek de Múnich, Alemania.
A partir de ahora La Reforma se extiende a la mayor parte de la nación: según una decisión del cabildo, Nuremberg adhiere al luteranismo. Sin embargo los polémicos excesos, la violencia y la iconoclastia, provocan la reacción de numerosos intelectuales que toman sus distancias con la Reforma.

Virgen con el Niño, conocida como Virgen de la pera, 1526, Alberto Durero, (Florencia, Galleria degli Uffizi)
El año 1526 será un año de gran actividad pictórica con la obra maestra «Los Cuatro Apóstoles», en la que Durero expresa su convicción más íntima y profunda, también con la última versión del tema de predilección del artista, la Virgen y el Niño, y con los dos poderosos retratos de notables de Nuremberg, conservados en Berlín. La salud de Durero se degrada y el artista se va debilitando, apagándose finalmente el 6 de abril de 1528. Fue enterrado en el cementerio de San Juan de Nuremberg. Su epitafio, escrito por su amigo Pirckheimer, dice así: “En memoria de Alberto Durero. Todo lo que en él había de mortal está enterrado en este túmulo”.

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