sábado, 3 de enero de 2015

Isabel I de Rusia o Isabel Petrovna (Recomendado)

Isabel I de Rusia o Isabel Petrovna


(Kolómenskoe, 29 de diciembre de 1709 - San Petersburgo, 5 de enero de 1762) fue emperatriz del Imperio ruso entre 1741 y 1762. También llamada La Clemente, fue la segunda hija de Pedro I y Catalina I.

Isabel I, obra de Iván Argunov.
Subió al trono tras la revuelta militar que derribó al zar Iván VI de Rusia. Realizó numerosas reformas: abolió la pena de muerte, estableció el Senado, creó un Consejo político supremo, suprimió las aduanas internas, fundó la Universidad de Moscú y la Academia Imperial de las Artes y reorganizó el comercio interior. También amplió los poderes de la nobleza (restringidos por Pedro I de Rusia), lo que hizo empeorar las condiciones de vida del campesinado.

En política exterior, apoyó militarmente a María Teresa I de Austria, durante la Guerra de Sucesión austriaca. Durante la Guerra de los Siete Años, integró una coalición con Austria, España, Francia, Sajonia y Suecia contra Federico II de Prusia y sus aliados, Inglaterra, Portugal y Hanóver. Su alianza con María Teresa favoreció a Austria en su disputa con Prusia por la supremacía sobre los Estados alemanes y por el dominio de Silesia. Bajo su mando, el poderío ruso infligió grandes pérdidas al ejército prusiano. Sin embargo, su muerte en 1762 haría cambiar el curso del conflicto y dio lugar al milagro de la Casa de Brandenburgo.


Isabel Petrovna en la década de 1720, por Iván Nikítich Nikitin
Fue nombrada zarevna el 6 de marzo de 1711 y zarévich el 23 de diciembre de 1721.

De los doce hijos de Pedro y Catalina (cinco niños y siete niñas), sólo dos, Ana Petrovna e Isabel Petrovna sobrevivieron a la infancia

Ana Petrovna estuvo prometida al duque de Holstein-Gottorp, sobrino del fallecido rey Carlos XII de Suecia, antiguo adversario de su padre. Pedro intentó también encontrar un buen pretendiente para Isabel en la corte real francesa cuando visitó el país. Su intención era casar a su segunda hija con el joven Luis XV de Francia, pero los Borbones rechazaron la oferta. Isabel fue prometida al príncipe Carlos Augusto de Holstein-Gottorp. Políticamente era una alianza útil, sin embargo, pocos días antes del compromiso, Carlos Augusto murió y, hasta la muerte de Pedro, no se había concretado plan alguno de matrimonio para Isabel.

Retrato de Isabel como Venus, pintado alrededor de 1710 para el palacio Peterhof
Isabel fue una niña inteligente pero que no fue brillante intelectualmente porque su educación formal fue imperfecta e inconstante. Su padre la adoraba pues veía en ella una especie de «réplica femenina» de sí mismo, tanto a nivel físico como de temperamento. No obstante, Pedro no tenía tiempo disponible para dedicarse a su formación y su madre era demasiado sencilla e iletrada para supervisar sus estudios. Isabel tuvo una preceptora francesa y hablaba de forma fluida italiano, alemán y francés, además de ser una excelente bailarina y amazona.

De hecho, se considera que ella estuvo en el origen de la célebre francofilia rusa, frente a la conocida germanofilia de su padre Pedro el Grande. Desde la infancia, encandilaba a todos por su belleza y su vivacidad y fue conocida como la mayor belleza del Imperio ruso.

Francofilia es la filia hacia lo francés. De igual forma, francófilo es la persona que tiene una inclinación hacia ello.

La germanofilia es la simpatía o admiración por la cultura alemana


Cuando el imponente Pedro el Grande murió, su esposa Catalina I asumió el trono para así, dando un golpe de Estado frente a aquellos que anhelaban ascender al nieto de Pedro, hijo del zarévich Alexis Petróvich, el futuro zar Pedro II. Pero Catalina se convirtió en zarina por derecho propio. Y en aquellos años, Isabel y su hermana mayor Ana Petrovna continuaron gozando de la dulzura de la vida palaciega que habían conocido al nacer. 

Pedro II de Rusia
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Mientras Aleksandr Ménshikov estuvo en el poder, Isabel fue tratada con generosidad y distinción por parte del gobierno de su "medio sobrino", el adolescente Pedro II.

Sin embargo, los Dolgorúkov, una antigua familia boyarda, tenían un profundo resentimiento hacia Ménshikov. Pedro II se alió con el príncipe Iván Dolgorúkov que, contando con el apoyo de dos miembros más de su familia en el Consejo Supremo del Estado, creó el ambiente ideal para un golpe exitoso. Ménshikov fue preso, despojado de todos sus honores y propiedades y exiliado en Siberia donde murió en noviembre de 1729. Los Dolgorúkov odiaban la memoria de Pedro I y prácticamente desterraron a su hija de la corte.

Con la muerte de aquel niño-zar, Isabel perdió otro vínculo con los miembros de su estirpe Románov. Además, la subida al trono de su prima, la emperatriz Ana Ioánnovna, no ayudó a estabilizar la vida de Isabel.

Isabel I de Rusia era una gran bailarina y usaba los vestidos más elegantes. Emitió decretos que regulaban los estilos de ropa y adornos usados por los cortesanos. Además, nadie estaba autorizado a llevar el mismo peinado que ella y, por su fuera poco, poseía 15 mil vestidos de baile, varios miles de pares de zapatos, así como un número ilimitado de medias de seda. Los extranjeros se quedaban sorprendidos con el lujo de los bailes suntuosos y de máscaras... Foto: Vanidades 
Por aquellos años, ninguna corte real o casa noble de Europa podría permitir que un hijo cortejara a Isabel, pues podría ser interpretado como un acto de hostilidad hacia la soberana. Casarse con un plebeyo era impensable, pues le costaría no sólo el título sino sus derechos a las propiedades y al trono. La princesa se convirtió en amante de Alekséi Shubin, un guapo sargento del Regimiento Semiónovski. A Shubin le arrancaron la lengua y fue desterrado a Siberia por orden de la emperatriz Ana Ioánnovna, con lo que Isabel, en represalia, se involucró con un cochero e incluso con un camarero.

Durante los tortuosos años de la emperatriz Ana Ioánnovna, Isabel vivió inmersa en el desconcierto, ante aquella tiránica mujer, obesa y envejecida, que veía a la bella princesa danzando en las fiestas organizadas en la Corte imperial. El temor a ser ejecutada por traición revoloteó sobre la cabeza de Isabel durante aquellos años, llevándola cada vez más a la obsesión de verse apresada o sometida al terrible knut (látigo). Así que cuando la zarina murió y convirtió a su sobrina, Ana Leopóldovna, en regente del niño-zar Iván VI, Isabel se planteó la cuestión más ardua que revoloteaba en su cabeza: asumir el trono de su padre.


Federico II, por Antoine Pesne.
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María Teresa I de Austria 
Prusia en 1871 cuando pasó a ser la cabeza del nuevo Imperio alemán.
El Milagro de la Casa de Brandemburgo fue el nombre que se dio a la muerte de la emperatriz Isabel de Rusia a la edad de 52 años, en enero de 1762, debido a que este evento cambió totalmente el desarrollo de la Guerra de los Siete Años y evitó la destrucción del Reino de Prusia, regido por la Casa de Brandemburgo.
En 1761 
Después de seis años de feroz lucha la Guerra de los Siete Años, a fines de 1761 el ejército prusiano estaba muy debilitado, con su economía casi arruinada, y amenazado por los ejércitos de Austria y Rusia, muy superiores en número. Aunque Federico II el Grande había poseído el ejército más poderoso y efectivo de Europa, apenas contaba con 60,000 soldados disponibles para seguir luchando en dos frentes contra dos enemigos muy poderosos, sin contar con la amenaza militar de Francia en su flanco occidental; a fines de 1761 Federico el Grande consideraba perdido a su reino y el propio monarca estaba al borde del suicidio.
Inclusive Gran Bretaña, la principal aliada de Prusia, evaluaba suprimir toda ayuda financiera a Federico el Grande si éste no aceptaba negociar una paz con Austria y Rusia, ante las severas derrotas militares prusianas, pues Gran Bretaña ya estaba enfrentándose a Francia y España en ultramar, siendo que sus recursos menguaban para seguir socorriendo a una Prusia al borde del desastre. Esa situación de negociaciones de paz era algo que el rey prusiano ansiaba evitar por temor a que sus enemigos impongan condiciones que en la práctica aniquilaran el reino de Prusia, aprovechando su extrema debilidad.
No obstante, el 5 de enero de 1762, murió la zarina Isabel I de Rusia, evento explicable por su larga enfermedad y la edad de la soberana, pero no dejaba de ser un suceso inesperado en medio de la Guerra de los Siete Años; de inmediato el muy joven sobrino y sucesor de la zarina llegó al trono ruso como Pedro III de Rusia. El nuevo zar Pedro era un gran admirador de Federico el Grande así como de la disciplina del ejército prusiano y su eficaz administración; días después de asumir el trono, y aprovechando la suspensión de actividades bélicas por el invierno, Pedro III de Rusia ordenó a sus tropas cesar la lucha contra Prusia inmediatamente y devolver a Federico el Grande todo el territorio prusiano ocupado, sin exigir a cambio ventajas o indemnizaciones.

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