viernes, 2 de diciembre de 2022

XXVII - Navarra Barroca - El siglo XVIII - Biblioteca Capitular Catedral de Pamplona - San Gregorio Ostiense - Roberto Michel

XXVI - Navarra Barroca - El siglo XVIII - Fitero - La pintura decorativa gana terreno: lo aparente infinito - El antiguo monasterio de Santa María la Real - Capilla de la Virgen de la Barda -Luis Paret y Alcázar - Santa María de Viana - Francisco del Plano - , pincha aqui

Biblioteca Capitular Catedral de Pamplona


Gorricho inició su explicación contando la historia de la biblioteca capitular, que inició su andadura en 1086, cuando el cabildo catedralicio introdujo la vida comunitaria en la catedral, librería que se fue engrosando a lo largo de los siglos, fundamentalmente gracias a las donaciones de los libros de los propios canónigos. En la actualidad cuenta con 135 códices, 141 incunables y 15.000 volúmenes antiguos e históricos.

De entre el grueso de los volúmenes que componen la biblioteca, destacan el misal de Pamplona, los breviarios medievales (s. XIV-XV), el evangeliario (S.XIII), la Biblia hebrea (s. XV) y el Comentario al Libro III de las Sentencias de santo Tomás, entre otros. 

San Gregorio Ostiense

San Gregorio Ostiense, que fue Cardenal y Obispo de Ostia, murió en Logroño el 9 de mayo de 1044 donde se encontraba predicando enviado por el Papa Juan XVIII. Tras su muerte, cuenta la leyenda que su cuerpo fue transportado milagrosamente por una burra hasta en el alto de Piñalba, en el término de Sorlada, localidad navarra situada en la frontera con Álava y La Rioja, lugar donde debía ser enterrado y donde se le debía dedicar una iglesia. 


San Gregorio era venerado como abogado contra las plagas del campo, gracias a lo cual contó con amplia veneración a lo largo de las pasadas centurias. A pesar de que hoy en día nos pueda parecer un santuario local en tierras navarras, sin apenas peso e importancia devocional, sin embargo este santuario fue entre el siglo XVI y el XVIII el centro socio religioso más importante de Navarra, así como uno de los más activos de toda España gracias a la protección que el Santo desplegaba sobre los campos y las cosechas, en una sociedad eminentemente rural. 

Basílica

Perdida la memoria del Santo durante dos siglos, a mediados del siglo XIII los obispos de Pamplona y Bayona Pedro Ximénez de Gazólaz y Sancho de Axco, divisaron unas luces milagrosas que les descubrió el cuerpo de San Gregorio en Sorlada, en el lugar donde según la tradición una mula lo había depositado. 

Es una torre «grandiosa y monumental, más de lo que requería una iglesia ubicada en tal emplazamiento.» Levantada hacia 1718 por el maestro vizcaíno Juan de Larrea, residente entonces en Falces, en colaboración con el cantero Ignacio de Ondaiza y con Lucas de Mena, un retablista de Estella que se ocupó de la parte decorativa como pináculos y capiteles del último de los tres cuerpos que la componen.

En este momento se construyó una iglesia bajo su advocación, que se remodeló posteriormente a finales del siglo XVII y a lo largo del siglo XVIII dando lugar a la fábrica que hoy conocemos. 

Así, en 1692 Vicente de Frías contrató la construcción de la gran portada y la renovación de la nave, cuyas bóvedas se decoraron con esgrafiados de yeserías vegetales realizadas por Juan Antonio Jiménez y Juan Ángel Nagusia, ocultas hoy en día por la bóveda neoclásica. Unos años más tarde, en 1718 se comenzó la construcción de la torre, a cargo de Juan de Larrea y Lucas de Mena. Las obras de la fábrica de la iglesia continuaron en la segunda mitad del siglo XVIII cuando entre 1758 y 1764 se realizaron el camarín y el crucero, uno de los más teatrales del barroco navarro, siguiendo las trazas del fraile carmelita José de San Juan. 

La nave esta dividida en cuatro tramos «con altos pedestales y capiteles compuestos de extraordinaria ejecución, asiento de una cornisa clásica» sobre la que descansa una bóveda de medio cañón con arcos fajones dobles, casetonados, «y ventanas terma entre ellos.» El crucero es trebolado mientras que el ábside y los brazos son por dentro semicirculares mientras que se muestran poligonales por el exterior.


Finalmente en 1831 se procedió a renovar la nave, con nuevas cubiertas con decoración al fresco de carácter neoclásico. De esta forma, en la iglesia conviven el barroco de la primera mitad del siglo XVIII con el rococó de la segunda mitad, a lo que se añade la decoración neoclásica de la nave. A pesar de las obras llevadas a cabo en el siglo XIX, San Gregorio Ostiense se constituye como una de las muestras más sobresalientes y monumentales del barroco navarro.

Relicario de la cabeza de San Gregorio

El relicario de la cabeza de San Gregorio Ostiense responde al modelo de relicario antropomorfo, en forma de busto. Fue labrado por el platero de Estella José Ventura entre 1727 y 1728.


Se trata de un busto de rasgos naturalistas, que a pesar de cierta rigidez en su factura busca la representación realista de los rasgos del rostro, con especial detenimiento en las arrugas, los ojos y la barba. Presentan sendos orificios en la parte superior de la cabeza e inferior del cuello para poder pasar por ellos el agua a bendecir.

Entre las reliquias que se conservan en su interior hay que citar un hueso de la mandíbula, una costilla y parte del espinazo.


García Sánchez III apodado el de Nájera (Nájera, c.1012 Nájera-Atapuerca, 1 de septiembre de 1054​) fue rey de Nájera-Pamplona desde 1035, Álava y gran parte del Condado de Castilla (La Bureba, Trasmiera, Montes de Oca, Las Encartaciones y Las Merindades). Hijo de Sancho III el Mayor y de Muniadona Sánchez de Castilla.

El monasterio de Santa María la Real de Nájera es un conjunto religioso situado en la ciudad de Nájera, en la Comunidad Autónoma de La Rioja (España). En él se encuentra el panteón de los reyes del reino de Nájera-Pamplona, antecesor del reino de Navarra. Al encontrarse Nájera en pleno Camino de Santiago y haber sido sede de monarcas navarros, la relevancia del monasterio de Santa María la Real fue elevada.

En el año 1039 siendo rey de Navarra García de Nájera (por aquel entonces esta era la capital del reino), una plaga de langosta asolaba  los campos de ambas riberas del Ebro. Como la cosa no parecía tener solución, se solicitó ayuda a la Santa Sede, y el papa Benedicto IX tuvo a bien enviar a Gregorio obispo de Ostia (Italia) para que solucionara el problema. 

Benedicto IX

Plaga de langosta

Las primeras noticias de la ejecución de esta obra datan del 7 de noviembre de 1601, cuando en su visita pastoral a Sorlada, el Obispo de Pamplona, Fray Mateo de Burgos, ordenó, por medio de un mandato de visita, la ejecución de una arqueta para contener los restos de San Gregorio.


En el crucero se ubica también un importante conjunto de tres retablos rococós, mayor y colaterales, realizados por Silvestre Soria en 1769, y dorados en la misma fecha por Santiago Zuazo. Presentan planta mixtilínea de un solo cuerpo, sobre un banco con relieves paisajísticos, que se articula mediante columnas de orden compuesto que enmarcan una hornacina central. 

El retablo mayor gana en complejidad con respecto a los laterales, incluyendo en el mismo sendas puertas de acceso al camarín, estancia a la que a modo de trasparente, se abre la hornacina que cobija a San Gregorio. Dicho Santo preside este retablo, situado en píe sobre una peana donde se guardan la arqueta y el relicario de la cabeza del Santo y enmarcado por sus discípulos, Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega, mientras en los laterales se sitúan San Joaquín y San Isidro Labrador, todos ellos realizados por el escultor cortesano Roberto Michel en 1768. 

Al oeste de la plaza situada delante de la basílica se alza un pequeño humilladero en forma de templete de planta cuadrada, articulado por medio de pilares achaflanados labrados en piedra de sillería y que sirven de soporte a cuatro arcos de ladrillo sobre los que asienta una cúpula sobre pechinas, que al exterior se traduce en un tejado a cuatro aguas. En su interior cobija un pequeño altar en el que se colocaba la urna relicario de San Gregorio a la veneración de los fieles. Dicha construcción se llevó a cabo en 1718, al mismo tiempo que se construía la torre campanario y el enlosado de la plaza donde se ubica.

Frente a la portada principal de la basílica se levanta el edificio de la Hospedería, una construcción de formato rectangular que presenta cuatro fachadas, todas ellas de diferente altura debido al desnivel del terreno. Fue construido a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII, como atestigua la contratación de diversas obras en 1728 con el cantero Nicolás del Castillo y el albañil Antonio Catalán. A lo largo de la historia ha sufrido numerosas reformas, sobre todo en su estructura interior, que ha modificado su lectura.

La teatralidad de este espacio viene remarcado por la plasticidad arquitectónica y decorativa de los muros. Desde el ábside, y a través de dos puertas situadas en los laterales del retablo mayor, se pasa al camarín, de planta rectangular con cúpula elíptica sobre pechinas y muros articulados mediante pilastras de orden compuesto. La sacristía, situada en el ángulo formado por el brazo norte de la nave y el crucero, es un espacio rectangular de gran sencillez cubierto por bóveda de medio cañón con lunetos.

Retrato de Roberto Michel por Luis Egidio Meléndez, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

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