viernes, 2 de diciembre de 2022

XXVI - Navarra Barroca - El siglo XVIII - Fitero - La pintura decorativa gana terreno: lo aparente infinito - El antiguo monasterio de Santa María la Real - Capilla de la Virgen de la Barda -Luis Paret y Alcázar - Santa María de Viana - Francisco del Plano -

XXV - Navarra Barroca - El siglo XVIII - Tudela - Palacio del Marqués de Huarte - La Real Sociedad Tudelana de los Deseosos del Bien Público - La iglesia de la compañía de María - María Ignacia de Azlor y Echeverz, pincha aqui

V - NAVARRA BARROCA - La Ribera de Navarra - Tudela - Iglesia de la Compañía de María - Convento de dominicas de Tudela - La iglesia de San Jorge el Real de Tudela - Corella Barroca - La Virgen del Yugo, pincha aqui

Los Carmelitas Descalzos de Santa Ana

Fundación: 24 de agosto de 1587, siendo sus impulsores la Madre Catalina de Cristo, priora de Pamplona, y el noble navarro don Martín Cruzat y Oiz, prior en aquellas fechas del convento de Segovia.

Localización primitiva: extramuros de la ciudad en el barrio de la Magdalena.

Traslados: en 1637 pasan a la ciudad intramuros, residiendo mientras se construía el nuevo convento en unas casas provisionales. Hacia 1640 la comunidad se instaló ya en lo que habría de ser en actual convento.


Exclaustración: con motivo de la desamortización de Mendizábal en 1835-1836.

Restauración: 23 de mayo de 1895.

Complejo conventual: construido entre 1640 y 1670 con la intervención de los tracistas de la orden fray Nicolás de la Purificación, fray Alonso de San José, fray Pedro de Santo Tomás, fray Juan de San José, todos ellos tracistas de edificios y fray Francisco de Jesús María, fray Martín de San José y fray José de los Santos, arquitectos. La iglesia se inauguró el 26 de julio de 1669.

Antigua postal de la capilla de San Joaquín.


Imagen de la capilla, presidida por el retablo de San Joaquín. Se trata de un retablo de estilo prechurrigueresco con gran influencia del barroco, realizado hacia 1667 por los arquitectos Francisco Gurrea I y Sebastián de Sola y Calahorra. Está formado por un banco, un cuerpo central y un ático. En el banco se encuentra el sagrario. En el cuerpo central destaca una gran hornacina flanqueada por dos pares de columnas salomónicas. En el interior de la hornacina se encuentra la escultura de San Joaquín con la Virgen niña que se miran mientras parece que caminan. Finalmente, en el ático una escultura de San Juanito, con una cruz y acompañado por un cordero.

Fitero

Fitero es una villa y un municipio español de la Comunidad Foral de Navarra. Está situado en la merindad de Tudela, al suroeste de la Ribera de Navarra, y a 104,3 km de la capital de la comunidad, Pamplona. Su centro de servicios y de comunicaciones más próximo es la ciudad de Tudela, situada a 22 km. Su población en 2017 fue de 2034 habitantes (INE).


El antiguo monasterio de Santa María la Real,​ también llamado Santa María de Nienzebas,​ se encuentra en la localidad navarra de Fitero (España). Está enclavado a orillas del río Alhama, al sur del Ebro. El lugar es conocido por sus balnearios de aguas medicinales. El monasterio pertenece a la orden del Císter; su lugar de inicio no fue en Fitero, sino en Niencebas, al pie de los montes de Yerga. Su arquitectura es propia de la transición del románico al gótico al gusto cisterciense.




El complejo monástico medieval ha llegado a los albores del siglo XXI embutido entre las edificaciones del pueblo de Fitero, alguna de ellas invadiendo incluso parte del conjunto (casas particulares, un cine). Queda sin embargo un gran espacio abierto por la parte de los ábsides que permite contemplar la gran obra y otro delante de la portada principal de los pies. 



Capilla de la Virgen de la Barda
Es del siglo XVIII fue edificada como panteón del abad del siglo XVII Plácido del Corral y Guzmán. Consta de dos tramos (n.º 4 en el plano); en el de la cabecera se eleva una cúpula con linterna. Estuvo ricamente adornada. En esta capilla se venera la Virgen de la Barda que es una talla de la Virgen de los Remedios de finales del siglo XIII que conserva algo de la original policromía. La leyenda cuenta que en una ocasión creció una zarza o espino (barda) que se metió por la vidriera y rodeó los pies de la imagen, perdiendo sus espinas.

Santa María de Viana

La Parroquia de Santa María de Viana, fastuoso monumento de la Merindad, se construye en su mayor parte hacia fines del siglo XIII y a comienzos del XIV en estilo gótico. En los siglos XVI, XVII y XVIII se completa la obra.
En el siglo XVIII se adosa un conjunto de dependencias del lado norte de la iglesia: la sacristía, que es un espacioso rectángulo de tres tramos. Sobre el central cubierta de media naranja sobre pechinas. Comunicando con la sacristía, se encuentran el cuarto del aguamanil y una pequeña sala capitular. Lindante con ésta y en el solar del antiguo cementerio, se añade a fines del XVIII la capilla para la imagen medieval de San Juan del Ramo según traza de Francisco de Oteiza, si bien Miguel López Porras, el artífice, modifica la cubierta añadiéndole una linterna a la cúpula, que se articula por pilastras y óculos, sobre la cual voltea, a su vez, un cupulín semiesférico.

La labor del pintor madrileño, establecido por aquel entonces en Bilbao una vez levantada la pena de su destierro puertorriqueño, comprendía dos lienzos al óleo que trasladó personalmente desde la capital vizcaína en febrero de 1787, y la decoración al temple de la antecapilla y capilla (media naranja y pechinas), a la que dedicó el verano del mismo año, desplazándose a la ciudad navarra y alojándose muy probablemente en la señorial casa de los Urra de la plaza de San MigueL

El pintor madrileño Luis Paret y Alcázar (1746-1799) ejecutó entre 1785 y 1787 un conjunto pictórico dedicado a la exaltación de san Juan Bautista con destino a la capilla de San Juan del Ramo, construida por Francisco Oteiza entre 1781-1784 en el solar de la antigua capilla de San Francisco de Asís, en la nave lateral norte de la parroquia de Santa María de Viana.

El otro lugar en donde se sitúan las pinturas escenográficas es en los fondos de los retablos. Los mayores de Santa María de Viana, Miranda de Arga, Comendadoras de Puente la Reina o Iturmendi son un excelente testimonio de las arquitecturas simuladas, grandes pabellones y las virtudes teologales, o coros angélicos que realizaban maestros como Andrés Mata, José Bravo, Pedro de Rada o José del Rey.
La pintura decorativa gana terreno: lo aparente infinito
(Fuente: Ricardo Fernández Gracia)

Desde la segunda década del siglo XVIII, las grandes escenografías pintadas se irían haciendo paso para triunfar y sustituir a las yeserías a partir de la década de los cuarente de la citada centuria.

Distintos templos de localidades navarras fueron escenario del desarrollo de la tendencia escenográfica.

Retablo fingido en el convento de San Francisco de Viana

La introducción se debió, sin duda, a la actividad de Francisco del Plano, afamado maestro aragonés y casado con la tudelana Antonia Canfranc. De sus obras, lo más destacado y a la vez lo mejor de este género de pintura en la Comunidad Foral, es el conjunto de retablos pintados del convento de los Franciscanos de Viana, datable en la segunda década del siglo. Por aquellos momentos se le denominaba como “maestro de perspectiva” y “maestro de perspectiva de mutaciones” y años más tarde el mismísimo Palomino lo juzgaría como  habilísimo en arquitectura y ornatos “que aseguran no le hacían ventaja los célebres boloñeses Colonna y Mitelli”. No deben extrañar estas expresiones si se contempla la mencionada obra de Viana, seguramente sufragada o por don Juan de Goyeneche o por frailes que partieron para las Indias. En todo el conjunto se observa un verdadero alarde del conocimiento de las leyes de la perspectiva, al que se une un rico y exquisito repertorio ornamental en el que se mezclan elementos arquitectónicos, laureas, guirnaldas, palmas roleos, cintas y volutas con jerarquías angélicas. Llaman la atención por su destreza la puerta entreabierta con el acólito del presbiterio, así como la balconada con la celosía semialzada a la que se asoma un curioso, con el mismo procedimiento que el pintor utilizó en la capilla del Pilar en la catedral calagurritana. El ilusionismo pasa en estos casos a verdaderos trampantojos con verdaderos efectos de trompe l´oeil con los que se procura intensificar la realidad para que el que contempla no tenga sombra de duda, es decir, que no sospeche siquiera que está siendo engañado.

Parroquia de Los Arcos

En cuanto a otros interiores, destacan la parroquia de Los Arcos, las capillas de los Sartolo en San Jorge de Tudela y del Santo Cristo del monasterio de Fitero, así como la ermita de la Virgen del Soto de Caparroso. En el primer caso, en plena época del desarrollo del decorativismo, la parroquia recibió el programa más espectacular por su riqueza, convirtiendo el templo en un verdadero caelum in terris, tan apto para la retórica barroca. El encargado de su realización fue José Bravo, pintor de Burgos que lo  llevó a cabo entre 1742 y 1745 y fue caro, ya que ascendió a la cantidad de 7.868 ducados de plata vieja. En aquel proyecto jugó un papel de primera línea don Francisco Magallón y Beaumont, alcalde de la localidad  y entre las palabras que se repiten una y otra vez, encontramos el concepto “hermosear” el templo.

Capilla de los Sartolo. San Jorge de Tudela

En la cúpula y pechinas de la capilla de los Sartolo de los Jesuitas de Tudela -hoy parroquia de San Jorge- encontramos unos frescos con la gloria y arcángeles de filiación aragonesa o quizás de José Eleizegui, de las primeras décadas del siglo XVIII.

Francisco del Plano
Francisco del Plano y García de la Cueva (Daroca, 1658-Zaragoza, 15 de septiembre de 1739) fue un pintor español natural de Aragón, activo en su tierra natal y en Navarra y el País Vasco.

Descendiente de una familia de pintores y doradores de Daroca.
Muy joven viajó a Zaragoza donde entró como aprendiz en el taller de Vicente Berdusán. En su madurez instaló taller propio en la calle del Carmen de Zaragoza.
En 1679 se casó con Antonia Canfranc y Peralta, con la que tuvo ocho hijos que colaboraron en obras de su padre. Hacia 1700 comenzó su trabajo como pintor, destacando en sus trabajos al fresco y al temple. También cultivó la pintura al óleo en un estilo monumentalista en el que predomina el dibujo y el trabajo tenue del claroscuro. 
En 1704 se hallaba en Teruel consagrado a la realización de las pinturas del monumento de Semana Santa de la Catedral de Santa María de Mediavilla. Más tarde, el año de 1716, el cabildo metropolitano le encargó el proyecto de la portada, fresco de la cúpula y lienzos de los muros de la capilla de San Lorenzo de la Basílica del Pilar.

Catafalco alzado en Zaragoza con motivo de las honras fúnebres por la reina María Luisa Gabriela de Saboya. Grabado de Juan de Peña por dibujo e invención de Francisco del Plano recogido en Funeral hecho a la ... Memoria de la Reyna ... Maria Luisa Gabriela de Saboya por la Universidad y Estudio general de la ciudad de Zaragoza ... ; descrive la relacion de orden de la misma ... Blas Antonio Nassarre y Ferriz..., Zaragoza, 1714. María Luisa Gabriela de Saboya (Turín, 13 de septiembre de 1688-Madrid, 14 de febrero de 1714), primera esposa de Felipe V, fue reina consorte de España de 1701 a 1714 y, en ocasiones, regente.

Se le atribuyen otros trabajos en la Seo de Zaragoza, Olite, Corella y Viana. Especializado en el retrato de santos al óleo y, en especial, en murales.

Un conjunto de pintura mural ilusionista en la Iglesia de San Francisco de Viana

Retablo Mayor. Monaguillo abriendo la puerta de la sacristía


Esta cámara era la pieza donde el Rey se vestía y recibía las audiencias reservadas, por lo que no debe extrañar el primor con que Carlos III quiso decorarla, encargando los diseños para todos y cada uno de los elementos a su Pintor de Cámara, Mattia Gasparini, a quien había hecho venir con él de Nápoles.
  • Llamado así por la decoración realizada por la familia Gasparini, es uno de los interiores rococó más desenfrenados de España.
  • La concavidad del techo es como una membrana curvada, rezumante de una fantástica decoración vegetal.
  • Las líneas del suelo le dan una respuesta de energías concentradas y rebeldes en plegados y curvados.
  • Exceso decorativo. Curvas y contracurvas que imitan la naturaleza.
  • Influencia de elementos de influjo oriental.

LA SACRISTÍA MAYOR DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA

Es la sacristía mayor de la catedral de Pamplona uno de los ámbitos artísticos más singulares del templo medieval, un aparatoso y extravagante espacio decorado al gusto del rococó francés importado en España a comienzos del siglo XVIII. Consolas de madera policromada y dorada, cornucopias con forma de riñón con copete y faldón de rocalla y otros muebles otorgan a la sacristía de un singular lenguaje estético más propio de una dependencia palaciega que de una estancia sagrada. Esta paradoja no dejaría indiferentes a viajeros y curiosos del siglo XIX entre los que contamos con dos valiosos testimonios. El primero se debe al académico y pintor Pedro de Madrazo quién así lo describe: No puede darse mayor contraste que el de su puerta con el interior alegre, luminoso, mundano, casi diríamos sibarítico, de una sacristía disfrazada de salón de conciertos o de aristocrático boudoir por la imaginación profana de un decorador del tiempo del señor rey don Carlos III de España. Más escueto pero no por ello menos gráfico abrevia el gran poeta y novelista francés Víctor Hugo: Figuraos un inmenso salón rococó, dorado, historiado, florido, coqueto, perfumado y encantador... Dante está en el claustro; Madame Pompadour en la sacristía.

 

En efecto, la apariencia pomposa y sibarítica de la sacristía mayor se debe al generoso mecenazgo de don Pedro Fermín de Jáuregui y Aldecoa, canónigo dignidad y arcediano de la catedral, e hijo de la casa Jaureguía de Ohárriz, en Lekároz. Este ilustre baztanés, hermano de otros dos grandes hacedores de La Hora Navarra del siglo XVIII, don Agustín de Jáuregui, virrey de Lima, y Francisco Martín de Jáuregui, congregante de San Fermín de los Navarros, debió de familiarizarse con los suntuosos interiores rococó durante sus largas estancias en la Villa y Corte. Para la reforma contó con la ayuda del arquitecto y adornista Silvestre de Soria, colaborador del italiano Juan Antonio de Olivieri en la decoración ornamental del Palacio Real, y la del pintor y dorador pamplonés Pedro Antonio de Rada. 


Por otro lado, conviene recordar como los orígenes de la sacristía mayor se remontan a la segunda mitad del siglo XVI.

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