jueves, 12 de marzo de 2015

(Recomendado) Pintura romántica rusa (II) - Karl Pávlovich Briulov o Brulov - Ines de Castro - Portugal (sus Siete Maravillas)

Karl Pávlovich Briulov o Brulov  (12 de diciembre de 1799, San Petersburgo – 11 de junio de 1852, Roma), llamado Carlo Brulleau hasta 1822, fue un pintor ruso, considerado como la figura clave en la transición del neoclasicismo ruso al romanticismo.

Nun s Dream
A Dream of a Girl Before a Sunrise
In a Harem - Karl Briullov
Inés de Castro (comarca de A Limia, Galicia, 1325–Coímbra, 7 de enero de 1355). 


Ines de Castro, reina después de muerta

La doncella gallega y el infante Pedro, hijo del rey portugués Alfonso IV, vivieron una de las más bellas y trágicas historias de amor.
Realidad y ficción se entrelazan en el personaje de Inés de Castro, la doncella gallega cuyo romance con el infante Pedro, futuro rey de Portugal, marcó la historia y la cultura lusa. La historia de amor entre Pedro e Inés ha inspirado durante siglos la literatura portuguesa y todavía hoy sigue siendo temática de algunas novelas actuales. Una historia de amor con un trágico desenlace que ha ayudado a crear una leyenda alrededor de sus personajes en cuyas vidas existían todos los ingredientes necesarios para escribir una gran novela. Un amor ibérico, un amor prohibido, vivido en medio de guerras, intrigas y luchar de poder. La narrativa que llega a nuestros días se basa en registros históricos aunque algunos detalles pertenecen al campo de la leyenda, fruto de la imaginación popular y del talento de muchos artistas.


Reina, después de muerta, Inés de Castro fue amante, esposa, amiga y compañera del infante Pedro, con quien tuvo cuatro hijos. La figura de Inés, a pesar de ser gallega, es más conocida en Portugal, donde está enterrada junto a su amado Pedro en el monasterio de Alcobaça. “Inés de Castro es el mito femenino más irresistible de la historia de Portugal” “es la mayor heroína romántica de Portugal que provoca muchas emociones”.


No hay consenso en los libros sobre el lugar y la fecha de nacimiento de Inés de Castro aunque no hay dudas de su origen gallego. Parece que nació en A Limia o en Monforte, en 1320, 1321 ó 1325, según las distintas fuentes. Era hija bastarda de don Pedro Fernández de Castro, primer señor jurisdiccional de Monforte de Lemos y nieto del rey Sancho IV el Bravo, y de Aldonza Soares de Valladares, dama de origen portugués. Pasó su infancia en el palacio del duque de Peñafiel y marqués de Villena, don Juan Manuel donde estuvo en contacto con poetas y artistas. Entabló una estrecha amistad con la hija del duque y prima suya, Constanza Manuel, quien la eligió como dama de compañía en su viaje a Portugal donde debería casarse con el infante Pedro, hijo del rey portugués Alfonso IV el Bravo.


Pedro nació en 1320 y creció en Coimbra, entonces capital del reino. Conoció a Inés en la víspera de su boda con Constanza. El infante no quería casarse una vez que su padre no le dejaba escoger a su futura compañera y resulta fácil entender que se dejase arrebatar por la belleza de Inés. Los libros la describen con una joven rubia y elegante. Una pasión correspondida que era evidente a los ojos de la corte. Por eso Constanza decidió que Inés fuese la madrina del bebé que esperaba ya que ese tipo de parentesco espiritual hacía imposible la unión que se dibujaba cada día de forma más indiscutible, según relata la historiadora portuguesa Maria Zulmira Furtado Marques, en “La tragedia de Pedro e Inés”. Una relación que nunca se llegó a establecer porque el pequeño Luís falleció a los pocos días de nacer.

Inés de Castro, reina después de muerta

Corría el año 1344 y el rey Alfonso IV, molesto por el amor adúltero de su hijo con Inés, decide mandarla para el exilio. Se fue a Alburquerque, en Castilla, y desde allí siguió enviando y recibiendo cartas de su amado. Un año después Constanza muere en el parto del infante Fernando y de esta forma Pedro se ve libre del matrimonio de conveniencia. Así logra traer de vuelta a su amada y la instala en un palacio próximo al monasterio de Santa Clara, para poder verla desde su cuarto.

Inés recibe la pleitesía de sus cortesanos.
Pedro e Inés vivieron entonces sus años más felices, en los que tuvieron cuatro hijos en el plazo de cinco años (Afonso, João, Diniz y Beatriz) y en 1354 se casarían en secreto ante el obispo de Guarda. La Fonte dos Amores (Fuente de los Amores) era testimonio de las confidencias de la pareja, fuente que sigue hoy manando agua y por la que pasan turistas e historiadores para conocer el local del mítico romance.

Trágico final

Pedro se fue poco a poco aproximando de dos hermanos de Inés, Álvaro y Fernando de Castro quienes vieron la oportunidad de obtener el apoyo portugués en la lucha establecida contra el rey de Castilla y llegan incluso a ofrecer al infante el trono. Por su parte Alfonso IV se oponía a esos planes ya que si Castilla se molestaba la independencia de Portugal estaba en riesgo. Y tampoco se fiaba de los hermanos de Inés porque pensaba que podían estar tramando algo contra su nieto Fernando, hijo de Pedro y Constanza, para poder llevar al poder a uno de los cuatro hijos bastardos. Es decir, Inés fue considerada una amenaza para el Estado portugués. 

Tres de sus consejeros (Pedro Coelho, Álvaro Gonçalves y Diogo Lopes Pacheco) convencieron al rey en elegir la muerte de Inés como la única posibilidad para acabar con tantos riesgos políticos. El 7 de enero de 1355 los tres caballeros leales al rey ejecutaron su voluntad. La degollaron sin piedad y enterraron su cuerpo en la iglesia de Santa Clara. La historiadora lusa Ana dos Santos, en su tesis sobre História Medieval y del Renacimiento, llama la atención al hecho de que la muerte real de Inés difiere a lo que se ha divulgado a través de la literatura romántica según la cual “Inés fue apuñalada a manos de los consejeros del rey”.

La muerte de  Ines de Castro. 1834 - Karl Pávlovich Briulov
Pedro, que estaba ausente, al enterarse del triste fin de su amada entró en cólera y emprendió una lucha contra su padre provocando duros enfrentamientos. La reina madre, Doña Beatriz, tuvo que intervenir para que firmasen una tratado de paz en agosto de ese año. Dos años más tarde, en 1357, murió Alfonso IV y subió al trono Pedro quien en su primer acto como rey fue mandar buscar a los asesinos de Inés de Castro refugiados en Castilla. En 1360 confesó su boda secreta con Inés de Castro por lo que se convertía en reina merecedora de todas las honras. Así, ese mismo año, en el mes de abril, el cuerpo de su amada fue transferido solemnemente del convento de Coimbra al monasterio de Alcobaça, donde se enterraban a los monarcas portugueses. 
De los tres instigadores de la muerte de Inés, Pedro Coelho y Álvaro Gonçalves expiaron de un modo terrible su crimen; al primero le fue arrancado el corazón por el pecho, y al segundo por la espalda; y Pacheco pudo escapar a Francia y se perdió su rastro.
La tumba de Inés de Castro en el monasterio de Alcobaça
Interior del monasterio de Alcobaça donde vemos
los sepulcros de Pedro I de Portugal y de Inés de Castro ,
uno en cada extremo .
Pedro mandó construir para ella un mausoleo de piedra blanca en cuya tapa se representó la cabeza de Inés coronada como si hubiese sido reina. Reza la leyenda que mandó también colocar el cuerpo de Inés en el trono, puso una corona en su cabeza y obligó a los nobles a besar la mano del cadáver. El rey Pedro I también mandó esculpir su tumba, en la que se escenificó toda su vida. Al morir, en enero de 1367, le enterraron próximo de Inés. Sin embargo, en lugar de colocar las tumbas una al lado de la otra, quedaron una en frente de la otra para que en el día de la resurrección se pudiesen levantar y caer en los brazos uno del otro.

El Monasterio de Alcobaça en Leiria, considerado como una de las Siete Maravillas de Portugal, encontraréis varias tumbas de reyes, reinas e infantes de la historia de Portugal.
El Monasterio de Alcobaça
El Monasterio de Alcobaça
El Monasterio de Alcobaça


Al igual que existen las Siete Maravillas del Mundo Antiguo o las Siete Maravillas del Mundo Moderno, un buen día el Ministerio de Cultura de Portugal decidió que el país luso podía tener también su propia lista con sus Siete Maravillas. Y así pues, después de varias cribas para hacer una selección dentro del patrimonio portugués, y después de una votación popular, el país eligió sus monumentos favoritos, sus Siete Maravillas.



El Castillo de Guimarães está situado en la ciudad del mismo nombre, que se halla en la feligresía de Oliveira do Castelo del Concejo de Guimarães, en el Distrito de Braga, Portugal. Fue fundado por la condesa Muniadona Díaz a mediados del siglo X para proteger el monasterio de San Mamede que había fundado y a los pobladores de las invasiones de los vikingos y de razias musulmánas
El Castillo de Óbidos se encuentra en la villa de Óbidos, que forma parte de la Freguesía de Santa Santa Maria, en subregión de Oeste, Portugal.
El Convento de Santa Maria da Vitória (también conocido como Monasterio de Batalha) se sitúa en Batalha, Portugal, y fue mandado edificar por el rey Juan I como agradecimiento del auxilio divino y celebración de la victoria en la Batalla de Aljubarrota. Es uno de los mejores y más originales ejemplos de la arquitectura gótica tardía en Portugal, mezclado con el estilo manuelino. Se sorprende al espectador con su profusión de frontones, chapiteles, pináculos y contrafuertes. Se ha convertido en un símbolo de orgullo nacional
El Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belem es un antiguo monasterio de la Orden de San Jerónimo y que se ubica en el barrio de Belén, en Lisboa, Portugal.


Diseñado en estilo manuelino por el arquitecto Juan de Castillo, fue encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama, se fundó en 1501 en la antigua ermita fundada por el Infante D. Enrique. La primera etapa constructiva de la iglesia nueva comienza en 1514 y fue ampliándose y modificándose hasta el siglo XX. Se financió gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de los de la pimienta, la canela y el clavo, cuyas rentas iban directamente a la Corona.

Claustro.
Este monasterio fue levantado sobre el enclave de la Ermida do Restelo en lo que fue la playa de Restelo, ermita fundada por Enrique el Navegante, y en la cual, Vasco de Gama y sus hombres pasaron la noche en oración antes de partir hacia la India.


Interior
El estilo manuelino se caracteriza por la mezcla de motivos arquitectónicos y decorativos del gótico tardío y del renacimiento.

Fachada
El Palacio Nacional da Pena (en portugués Palácio Nacional da Pena) fue una de las principales residencias de la familia real portuguesa durante el siglo XIX y a la vez constituye una de las máximas expresiones del estilo romántico del siglo XIX en Portugal. Se encuentra en la freguesia de São Pedro de Penaferrim en la ciudad de Sintra. El palacio fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995.


Fue el príncipe Fernando II de Portugal, esposo de la reina María II de Portugal, quien ordenó la construcción del palacio da Pena en 1836. El príncipe, católico de origen alemán, se enamoró de la zona de Sintra en una excursión que realizó junto a su esposa. En esta excursión, la pareja real pudo contemplar las ruinas de un antiguo monasterio devastado a raíz del terremoto de 1755. 


El monasterio había sido de los frailes de la Orden de San Jerónimo y fue construido, originariamente, por el rey Juan II y transformado, de forma substancial, por el rey Manuel I que, cumpliendo una promesa, ordenó la reconstrucción del monasterio en honor de Nossa Senhora da Pena, la Madre de Dios de la Pluma (Palácio da Pena quiere decir precisamente «palacio de la Pluma»), y lo donó a la orden de San Jerónimo. 

Vista del palacio y su torre
La torre de Belém o torre de Belén en algunos escritos, situada en la ciudad de Lisboa, capital de Portugal, es obra de Francisco de Arruda y constituye uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura manuelina. En el pasado sirvió como centro de recaudación de impuestos para poder entrar a la ciudad.


Su construcción fue iniciada en 1514, bajo el reinado de Manuel I de Portugal (1495-1521), teniendo como arquitecto a Francisco de Arruda. Sus obras quedaron a cargo de Diogo Boitaca, que, en la época, también dirigía las ya adelantadas obras del vecino Monasterio de los Jerónimos de Belém. Las obras finalizaron en 1520.


Se encuentra situada en la desembocadura del río Tajo, en el barrio de Santa Maria de Belém de esta ciudad al suroeste de Lisboa. Junto con el monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983. 

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