Emperador y Autócrata de Todas las Rusias, Rey de Polonia,
Gran Duque de Finlandia, Duque de Curlandia y Semigalia y de Holstein-Gottorp
Nieto de Catalina la Grande
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El adorado nieto de Catalina II
El emperador Alejandro I, de la dinastía de los Románov, rey de Polonia y gran duque de Finlandia (a partir de 1815), nació el doce de diciembre de 1777 en San Petersburgo.
Hijo mayor del gran
príncipe Pável Petróvich (el futuro emperador ruso Pablo I) y de su esposa,
María Fiódorovna (la princesa alemana Sofía Dorotea Augusta Luisa de
Württemberg), fue el nieto predilecto de Catalina II la Grande, quien soñaba
con entronarlo en lugar de Pável, su hijo no deseado.
Alejandro recibió una educación brillante.
Su maestro, el suizo de convicciones republicanas Frédéric-César Laharpe, le
instruyó en las ideas del progreso de Jean-Jacques Rousseau y en los ideales
del despotismo ilustrado. Por su parte, su tutor de arte militar, Nikolái
Saltykov, le enseñó las tradiciones de la aristocracia rusa. Además, Alejandro
heredó las costumbres militares prusianas de su padre.
La emperatriz Catalina II también hizo de
maestra. Lo adoraba y lo llamaba “señor Alejandro”, y dedicaba mucho tiempo al
futuro emperador. Para sus nietos, Alejandro y Konstantín, escribió
fábulas y relatos como El abecedario de la abuela y Las notas que tocan la
historia rusa.
Catalina II soñaba con la restauración del
Imperio bizantino y sus nietos debían desempeñar el papel principal en la
consecución de esta empresa. Alejandro, hermano mayor y heredero de la
corona, recibió su nombre en honor al príncipe Alejandro Nevski, el
vencedor contra la cruzada teutónica del año 1240. Por su parte, Konstantín
fue bautizado en honor al emperador romano Constantino el Grande, que se asentó
en Bizancio y le dio el nombre de Constantinopla. Era evidente que
Konstantín pretendería acceder al trono de esta ciudad, habitada entonces por
los turcos otomanos.
Pablo I de Rusia
San Petersburgo, 1 de octubre de 1754 - San Petersburgo, 23 de marzo de 1801)
fue Zar de Rusia desde 1796 hasta su asesinato en 1801.
Padre de Francisco I
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Alejandro era hijo del Gran duque Pablo Petróvich Románov, luego zar Pablo I, y de su esposa la princesa alemana María Fiódorovna, hija del duque de Wurtemberg, además de nieto de Catalina la Grande. Crecido en la atmósfera de libre pensamiento de la corte de Catalina la Grande, fue instruido en los principios de Rousseau por su tutor suizo, Frédéric-César de La Harpe. De su gobernador militar, Nikolái Saltykov, aprendió las tradiciones de la autocracia rusa, mientras su padre le inspiraba su propia pasión por los desfiles militares y le enseñaba a combinar un teórico amor por la Humanidad con un desprecio práctico por el hombre. Estas tendencias contradictorias permanecieron en su carácter a lo largo de su vida, revelándose en las fluctuaciones de su política e influyendo a través de él el destino del mundo.
Retrato de María Fiódorovna por Vladímir Lukich Borovikovski. |
Estableció amistad con Napoleón por un
período muy breve, pero por presión de los nobles y de los familiares la
alianza se rompió y Alejandro se convirtió nuevamente en enemigo de Francia.
Murió en 1825 debido al
tifus.
El 23 de marzo de 1801, Alejandro llegaba
al trono tras el asesinato de su padre. Los conspiradores le permitieron entrar
en su círculo, convenciéndolo de que no iban a matar al zar Pablo, sino a
forzarlo a abdicar, para que Alejandro tomara el poder. Debido al resultado
adverso, Alejandro sentiría un gran remordimiento y culpabilidad por haberse
convertido en emperador mediante un crimen. Esto explicaría su inclinación
progresiva hacia la Iglesia Ortodoxa después de las Guerras Napoleónicas y sus
políticas conservadoras desde entonces hasta su fallecimiento.
Desde el primer momento mostró su
intención de desarrollar un papel importante en la escena mundial, y puso todo
el ardor de la juventud en la tarea de hacer realidad sus ideales políticos. Al
mismo tiempo que retenía a algunos de los viejos ministros que habían servido
al derrocado emperador Pablo I, uno de los primeros actos de su reinado fue el
nombramiento del 'Comité Privado', también llamado irónicamente el '«Comité du
salut public»' (a la manera del Comité de Salvación Pública francés). El Comité
estuvo formado por los jóvenes y entusiastas amigos del zar, con el objeto de
dar forma al esquema de las reformas internas. Más importante aún, el liberal Mijaíll
Speranski se convirtió en uno de los más cercanos consejeros del Zar,
trazando muchos planes de reforma.
El Zar Alejandro I de Rusia |
Sus intenciones, inspiradas en la admiración por las instituciones inglesas, sobrepasaban las posibilidades de la época, e incluso tras haberlas elevado a nivel ministerial, pocas de estas reformas llegaron a hacerse realidad. Rusia no estaba madura para la libertad, y Alejandro, discípulo del revolucionario La Harpe, era, como él mismo decía, un feliz accidente en el trono de los zares. Lo cierto es que se quejaba amargamente del «estado de barbarismo en el que había quedado el país debido al tráfico de hombres».
«tres mil campesinos habían sido vendidos como si de una bolsa de diamantes se tratara. Si nuestra civilización estuviera más avanzada, aboliría la esclavitud aunque me costara la cabeza»
Alejandro se quejaba de que la corrupción generalizada lo había dejado sin hombres, y al cubrir los puestos administrativos gubernamentales con alemanes y otros extranjeros acentuaba la resistencia de los viejos rusos a estas reformas. Este reinado, que había comenzado con grandes promesas de mejoras, terminó apretando aún más si cabe las cadenas que oprimían al pueblo de Rusia, más consecuencia de los defectos del Zar que de la corrupción y el atraso del modo de vida ruso. Su amor por la libertad se demostró irreal, a pesar de parecer sincero. Su vanidad aumentaba al presentarse ante el mundo como el benefactor de su pueblo, pero a su liberalismo teórico se unía un carácter autócrata, sin que esto le representara ninguna contradicción.
El Zar Alejandro I de Rusia |
Sin embargo, su temperamento, unido a la
falta de firmeza en sus propósitos, le hizo posponer aquellas medidas cuyos
principios había apoyado públicamente.
La codificación de las
leyes iniciada en 1801 no terminó de llevarse a cabo durante su reinado. Nada
se hizo para remediar la situación del campesinado ruso.
Le faltó también el primer requisito para
ser un soberano reformista: la confianza en sus súbditos; y fue esto lo que
vició las reformas que se llevaron a cabo. Experimentó en las provincias
periféricas de su imperio, y los rusos hicieron notar con murmuraciones poco
discretas que, no contento con gobernar mediante extranjeros, ahora concedía a
Polonia, Finlandia y las provincias bálticas los beneficios que a ellos se les
negaban.
El elaborado sistema educativo, cuya
culminación fue la reconstrucción o la fundación de las universidades de
Dorpat, Vilna, Kazán y Járkov, fue estrangulado en aras del «Orden» y de la
«Piedad Ortodoxa».
A pesar de presiones
tremendas, no pudo abolir la servidumbre en Rusia, una reforma que él mismo
favorecía pero tenía miedo de provocar problemas con los nobles. La servidumbre
ya era un gran problema por mucho tiempo, y ha sido el principal obstáculo para
que Rusia viviera la Revolución Industrial que se estaba llevando a cabo en el
Occidente.
El Zar Alejandro I de Rusia |
Autócrata y jacobino, hombre de mundo y
persona mística, aparecía ante sus contemporáneos como un acertijo que cada uno
interpretaba de acuerdo con su propio temperamento. Napoleón dijo de él que era
un «bizantino sospechoso». Para Metternich era un loco. Robert Stewart,
vizconde de Castlereagh, escribiendo sobre él a Lord Liverpool, daba crédito a
sus «grandes cualidades», pero añadía que era «sospechoso e indeciso».
Al oponerse a Napoleón, «el opresor de
Europa y el turbador de la paz mundial», Alejandro se creía imbuido por
una misión divina.
Las grandes cuestiones de la política
europea atraían mucho más a Alejandro que los intentos de reformas internas
que, en el fondo, herían su orgullo al demostrarle los estrechos límites de su
poder absoluto. Ya al día siguiente de su ascenso al trono, había revertido la
política de Pablo, denunciando a la «Liga de Neutrales», e hizo la paz con el
Reino Unido (abril de 1801), al mismo tiempo que abría negociaciones con Francisco
I. Entabló en Memel una estrecha alianza con Prusia, aunque no por
motivos políticos, como se jactaba en decir, sino por su espíritu de auténtica
caballerosidad y por la amistad que lo unía con Federico Guillermo III y
su bella esposa Luisa de Meckenburg-Stretlitz. El desarrollo de
esta alianza fue interrumpido por la breve paz con Francia de octubre de 1801,
y durante un tiempo pareció que Rusia y Francia podrían llegar a un
entendimiento.
Luisa Augusta Guillermina Amalia de Mecklemburgo-Strelitz ( Hanóver, 10 de marzo de 1776 - Hohenzieritz, 19 de julio de 1810) fue una reina de Prusia por su matrimonio con Federico Guillermo III. Fue madre del primer káiser Guillermo I y la zarina Carlota de Prusia.
El propio Napoleón ocupó Berlín y obligó al rey, a la reina y al resto de la familia a huir, a pesar de la enfermedad de Luisa, en el momento más crudo del invierno a Königsberg en la parte más oriental del reino. En ese viaje no había ni comida ni agua limpia.
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Federico Guillermo III
(Potsdam, 3 de agosto de 1770 – Berlín, 7 de junio de 1840)
fue rey de Prusia de 1797 a 1840.
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Llevado por el entusiasmo de La Harpe, que
había vuelto a Rusia desde París, Alejandro empezó a proclamar abiertamente su
admiración por las instituciones francesas y por la persona de Napoleón
Bonaparte. Sin embargo, pronto se produciría un cambio. La Harpe, tras una
nueva visita a París, presentó al Zar sus reflexiones sobre la verdadera
naturaleza del consulado vitalicio, del cual decía Alejandro que le levantó la
venda de sus ojos y le reveló a un Bonaparte que no era un verdadero patriota,
sino sólo «el más famoso tirano que el mundo había producido». Su desilusión
fue ya completa tras el asesinato del Duque de Enghien. La corte rusa se puso
de luto por el último de los Príncipes de Condé, y se cortaron las relaciones
diplomáticas con París.
Después del Congreso de Viena, que
reordenaba el escenario europeo tras el periodo napoleónico, Alejandro I
patrocinó la Creación de la Santa Alianza en septiembre de
1815 al aliarse con Austria y Prusia en la defensa del régimen monárquico y
antiliberal.
La Santa Alianza fue un tratado de carácter personal firmado por los monarcas de Austria, Rusia y Prusia el 26 de septiembre de 1815 en París tras las guerras napoleónicas. Los tres monarcas, invocando los principios cristianos, prometen mantener en sus relaciones políticas los «preceptos de justicia, de caridad y de paz».
Los estados fundadores de la Santa Alianza:
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Matrimonio
Alejandro contrajo matrimonio con Luisa de
Baden (bautizada como Elizaveta Alekséyevna) con la que solamente tuvo dos
hijas, que murieron a corta edad.
Luisa de Baden - Elizaveta Alekséyevna |
María Antonovna Narýshkina (1779-1854) nacida Princesa María Antonovna Svyatopolk-Chetvertinskaya era una noble polaca, y la amante del zar Alejandro I de Rusia. |
Hija
del príncipe polaco Antonio Estanislao Czetwertyński-Światopełk y en 1795
casada con Dimitri Lvóvich Naryshkin (un Ayo). En 1799, empezó una relación con
Alejandro, quien se convirtió en zar en 1801, con la aprobación de su esposo.
Ella era muy querida por la familia de Alejandro, excepto por su esposa, la
emperatriz. Ella es descrita como fascinante y encantadora, con la capacidad de
atraer a la gente, y fue llamada "La Aspasia del norte". En 1803,
hizo un intento para que Alejandro se divorciara de su esposa y se casase con
ella, pero no pudo. Acompañó al zar al Congreso de Viena en 1815, que le dio mala
publicidad.
Ella
tenía una hija ilegítima de Alejandro - Sofía, y un hijo Emanuel, que no fue
admitido por su marido y, posiblemente, también era hijo del zar.
Alejandro
fue persuadido para dejarla en 1818 y regresó con su esposa Luisa de Baden.
(Ayo es el nombre del servidor que en las casas reales (donde era uno de los oficios de Corte) las casas nobles y las familias ricas se encargaba de la educación inicial y custodia de los niños y jóvenes, a modo de tutor).
Misterio
sobre su muerte
Alejandro
falleció oficialmente el 1 de diciembre de 1825 en Taganrog; su tumba se halla
en San Petersburgo. La muerte del zar siempre estuvo cubierta de sospechas.
Presuntamente murió durante un viaje a Crimea, y circuló la leyenda de que
había fingido la muerte para retirarse a hacer vida de ermitaño (bajo el nombre
de Fiódor Kuzmich). Su tumba, abierta en 1926, fue encontrada vacía. Existe una
leyenda famosa que da por hecho que Fiódor Kuzmich fue un realidad un nombre
que escogió el zar Alejandro I de Rusia, quien habría fingido su muerte en 1825
para convertirse en un ermitaño. El hecho se confirma indirectamente ya que el
santo era particularmente venerado por la familia real rusa.
Fiódor Kuzmich |
Fiódor
Kuzmich (1776 o 1777 - 1 de febrero de 1864 en Tomsk) fue un stárets ortodoxo ruso.
Fue canonizado como un santo por la Iglesia Ortodoxa Rusa en 1984.
En
diciembre de 1825, tras la muerte de Alejandro I, real o falsa, se produjo un
intento de golpe de Estado, estalló una revuelta en la plaza del Senado de San
Petersburgo y al trono del Imperio ruso subió un nuevo zar. A la muerte de
Alejandro I le sucedió su hermano menor, Nicolás I, instaurando una monarquía
absolutista hasta 1855, cuando falleció durante la Guerra de Crimea.
Taganrog |
Taganrog es una ciudad portuaria e industrial del Oblast de Rostov, situada en la orilla norte de la Bahía de Taganrog (Mar de Azov), a 3 varios kilómetros al oeste de la desembocadura del río Don.
La
primera base de la Marina rusa, Taganrog fue oficialmente fundada por Pedro el
Grande en septiembre de 1698 y fue sede de la flotilla naval de Catalina la
Grande (1770-1783) que posteriormente se convirtió en la Flota del Mar Negro
rusa.
Monumento a Alejandro I en Taganrog |
Antiguo consulado de España en Taganrog, Rusia. |
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