jueves, 5 de febrero de 2015

Pamplona: el arte estalla en el campus (III) - Antoni Tàpies - Jorge de Oteiza Enbil - Pablo Palazuelo - José Ortiz Echagüe - Museo Oteiza - Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu

Antoni Tàpies i Puig, I marqués de Tàpies 

(Barcelona, 13 de diciembre de 1923 - ibídem, 6 de febrero de 2012),2 fue un pintor, escultor y teórico del arte español. Uno de los principales exponentes a nivel mundial del informalismo, está considerado como uno de los más destacados artistas españoles del siglo XX. La obra del artista catalán goza de un centro de estudio y conservación en la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona.

Antoni Tàpies

De formación autodidacta, Tàpies creó un estilo propio dentro del arte de vanguardia del siglo XX, en el que se combinaban la tradición y la innovación dentro de un estilo abstracto pero lleno de simbolismo, dando gran relevancia al sustrato material de la obra. Cabe destacar el marcado sentido espiritual dado por el artista a su obra, donde el soporte material trasciende su estado para significar un profundo análisis de la condición humana.


La obra de Tàpies ha tenido una gran valoración a nivel tanto nacional como internacional, estando expuesta en los más prestigiosos museos del mundo. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios y distinciones, entre los que cabe destacar el Premio de la Fundación Wolf de las Artes (1981), la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña (1983), el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990), la Medalla Picasso de la Unesco (1993) y el Premio Velázquez de Artes Plásticas (2003). Como reconocimiento a su trayectoria artística el rey Juan Carlos I le otorgó el 9 de abril de 2010 el título de marqués de Tàpies.


Composicio amb cistella

L'espirit catalá
Jorge de Oteiza Enbil 

(Orio, Guipúzcoa, 21 de octubre de 1908 - San Sebastián, Guipúzcoa, 9 de abril de 2003) fue un escultor español. Se le considera uno de los máximos exponentes de la Escuela Vasca de Escultura.

Jorge de Oteiza Enbil 

Inició su actividad artística en San Sebastián en los años 20, en contacto con los jóvenes que desarrollaban la vanguardia artística en su ciudad. Las primeras obras escultóricas de Oteiza están fuertemente influidas por el cubismo y el primitivismo.

Con el fin de investigar la estética de la escultura precolombina, en 1934 viaja a Sudamérica (Bolivia, Colombia, Argentina, Chile), donde permanece hasta 1948, sorteando la Guerra Civil Española. Durante su estancia en el continente americano, toma contacto con artistas, entre los que cabe destacar a Edgar Negret, o Joaquín Roca Rey. Durante años se dedicó además de a su obra escultórica y a realizar estudios sobre estética; a la labor docente como profesor de cerámica en la Escuela de Cerámica de Buenos Aires, Argentina.


Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu

A su regreso a España, se le concede por concurso la realización de la estatuaria para el friso y la fachada del Basílica de Nuestra Señora de Arantzazu (1949-51), obra del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza. En esta gran obra Oteiza pone en práctica sus teorías sobre el debilitamiento de la expresión figurativa, aplicándolas a un tema religioso. La Iglesia prohíbe los trabajos, retrasando su conclusión a 1968, cuando se termina de colocar el friso de apóstoles y se coloca en la fachada una imagen de la Virgen con el hijo muerto a sus pies.


La Fachada: descripción y significado
“Los Apóstoles, como animales sagrados abiertos en canal, nos repiten
que se han vaciado porque han puesto sus corazones en otros.
La identidad real del cristiano es la de sacrificarse así”.
Jorge Oteiza

La labor que se le había encomendado a Oteiza en la fachada de la Basílica de Arantzazu era la de convertir algo tan frío y duro como la piedra, algo tan material, tan terrenal en pura espiritualidad. Debía humanizar la materia y representar el alma del cristianismo. El resultado fueron la Piedad, una virgen sin manto, sin adornos, casi sin rasgos fisonómicos y los Apóstoles, catorce figuras descarnadas y descerebradas, que poco tenían que ver con el arte eclesiástico que había predominado hasta el momento. 

Los catorce Apóstoles de piedra caliza tienen doce metros de lado a lado. Cada uno de ellos mide tres metros y pesa alrededor de cinco toneladas. Las estatuas no se sujetan sobre ninguna base, por lo que parece que flotan en el aire. Cada apóstol, dentro de su módulo cúbico, tiene su propia personalidad, pero están unidos por medio de las posiciones de sus brazos y manos y la inclinación de sus cabezas. Ese dinamismo hace que la mirada del espectador tenga la necesidad de saltar continuamente de uno a otro. El propio Oteiza denominó ese baile que realizan los ojos como “ballet del friso”. Oteiza utiliza el hiperboloide, el cilindro vaciado y con los lados redondeados, para dotarlos de identidad cristiana. Los vacía porque se han desprendido de sí mismos para llenarse de Dios y entregarse al resto.
Fue realmente polémico el hecho de que Oteiza esculpiera catorce apóstoles en lugar de doce. Según decía, lo que representó no fueron catorce apóstoles, sino catorce unos apóstoles. Es decir, pretendía recoger la idea abstracta de la apostolicidad como comunidad abierta al exterior que reclama, a su vez, la presencia de los demás de una manera solidaria.

Con la experimentación heredada del constructivismo, Oteiza se embarca en lo que denomina su Propósito Experimental (1955), título con el que se presenta en la Bienal de São Paulo (1957), donde obtiene el premio extraordinario de escultura.

En 1959, por entender que había alcanzado a su fase conclusiva, decide abandonar la actividad escultórica. En estos cinco años de actividad Oteiza realiza una operación de gran trascendencia, al situar su obra en la senda de la tradición geométrica europea, reivindicando el neoplasticismo y el constructivismo soviético.
El constructivismo fue un movimiento artístico y arquitectónico que surgió en Rusia en 1914 y se hizo especialmente presente después de la Revolución de Octubre.
El término construction art ("arte para construcción") fue utilizado por primera vez de manera despectiva por Kasimir Malévich para describir el trabajo de Aleksandr Ródchenko en 1917.
Además del constructivismo ruso o soviético, que se vincula al suprematismo y al rayonismo o cubismo abstracto; se habla también de un "constructivismo holandés": el neoplasticismo de Piet Mondrian, Theo van Doesburg y el grupo De Stijl
Durante los 60 y 70 Oteiza investiga la lengua vasca y las manifestaciones populares de su pueblo.

En 1992 donó su legado al pueblo de Navarra. Tras su muerte, en primavera de 2003, abrió sus puertas al público la Fundación Jorge Oteiza, en la localidad de Navarra de Alzuza, ocupando lo que fue su casa y taller.

Museo Oteiza
El edificio diseñado por Francisco Javier Sáenz de Oiza la colección personal de Oteiza, quien la donó a la Fundación que lleva su nombre, en la que interviene el Gobierno de Navarra; está compuesta por 1650 esculturas, 2000 piezas de su laboratorio experimental y su biblioteca personal, además de una extensa presencia de dibujos y collages.
Museo Oteiza

Museo Oteiza (interior)

En la sala dedicada al polifacético creador vasco, con obras de los años 50, momento cumbre de su creación, se exhiben dos piezas “muy singulares”, en palabras del comisario: la talla en piedra caliza blanca de Colmenar Homenaje a Bach y la chimenea (talla en el mismo material que la mencionada obra) Elías y su carro de fuego, ambas dos encargos del año 1956. “Las tenía María Josefa en su casa de Madrid; de hecho, el mural Homenaje a Bach lo realizó directamente Oteiza en la casa de la coleccionista y mecenas, y de cara a su instalación en este museo el restaurador pamplonés Patxi Roldán ha realizado el desmontaje de la pieza y el nuevo montaje aquí”, cuenta Santiago Olmo. Las dos piezas fueron creadas en la época en que Jorge Oteiza estaba siendo apoyado por Juan Huarte en Madrid, y en la que produjo la obra que llevaría luego a la Bienal de Sao Paulo. En torno a estas dos obras principales se articulan otras esculturas del oriotarra: Mujer de Lot, Fraile franciscano, San Antonio, Búho, Estela para un pueblo pacífico que era Guernica, Sólido abierto con módulos de luz, Poliedro vacío y Hierro móvil de pared, realizadas entre 1949 y 1958.

El Fraile franciscano, realizado en 1952, es otra muestra de este “franciscanismo” de Oteiza, lo mismo que otras obras como el San Antonio de Padua (1956) que también se conserva en la Universidad de Navarra. Una temática que, para Oteiza, está muy vinculada al proyecto de Aránzazu, que estaba realizando por esas fechas y que fue, precisamente, un encargo de los padres franciscanos. El Fraile franciscano muestra, de hecho, un notable parecido formal con los Apóstoles de Aránzazu: se trata de una figura masculina que observa el cielo, dominada por los espacios huecos, tanto en la cabeza, como en el pecho y en las piernas.

El Fraile franciscano


La figura del Fraile franciscano que conserva la Universidad de Navarra es uno de los nueve ejemplares en bronce que Oteiza realizó de esta figura, de la que también existen dos versiones en piedra.


 "Elías y su carro de fuego' Increíble relieve de Oteiza realizado en 1956. En la colección dl Museo d Navarra 
La sala dedicada a Pablo Palazuelo contiene todas las obras de este artista presentes en la colección salvo dos pequeños dibujos. Así, pueden contemplarse desde el óleo sobre lienzo Iris (1958), primera adquisición de Huarte para su legado y expuesta aquí sobre el mismo soporte que sostenía esta obra en la propia casa de la coleccionista navarra, hasta la escultura en acero Plataforma I (1990), eje de la sala, pasando por los óleos sobre lienzo Temp Bleu (Tiempo Azul) (1958), Omphale I (1962), Serie Verde I (1965), Orizontis (Or en Safran) (1967), Orto IV (1969), Chin III (1969) y El Número y las Aguas I (Le Nombre et les Eaux I) (1978). En este mismo espacio, lucen también el óleo sobre lienzo del artista donostiarra José Antonio Sistiaga Ráfaga (1970), adquirido por Huarte en la exposición de arte vasco de los Encuentros de Pamplona de 1972; y Gris vacío III (1964), óleo sobre lienzo del donostiarra Rafael Ruiz Balerdi.

Iris (1958),
Muy influido por la pintura cubista en sus comienzos, su obra alcanzó una concepción geométrica muy personal, con una técnica muy depurada y un fuerte sentido del color. Se trata de uno de los autores más importantes del arte abstracto español.
Pablo Palazuelo de la Peña (Madrid, 6 de octubre de 1915 - Galapagar, Madrid; 3 de octubre de 2007); pintor, grabador y escultor español. Palazuelo fue una de las figuras clave del arte español de la segunda mitad del siglo XX.
Esta preeminencia de la línea en la visión artística de su obra puede deberse tanto a su formación como arquitecto, estudios que llevó a cabo en Madrid y en Oxford, como a la de piloto de aviación, así como a la relevancia que tuvieron para su generación el desarrollo de los telescopios electromagnéticos y los microscopios como nuevas herramientas de observación de la realidad.

'El número y las aguas I', de 1978
José Ortiz Echagüe 

(Guadalajara, 2 de agosto de 1886 – Madrid, 7 de septiembre de 1980) fue un ingeniero militar, piloto y fotógrafo español. Su hermano, Antonio Ortiz Echagüe, fue un importante pintor de comienzos del siglo XX. Fue también Gentilhombre de cámara con ejercicio del Rey Alfonso XIII.

José Ortiz Echagüe 
Como ingeniero destaca su trabajo en el campo de la aviación y el automovilismo. En 1903 ingresa en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, y tras su paso por ella sirvió en la unidad de globos aerostáticos en la Guerra del Norte de África. Obtuvo los títulos de piloto de globos y de piloto de aviación en 1911. Tras su regreso definitivo del Norte de África funda en 1923 Construcciones Aeronáuticas S.A. (C.A.S.A.) y más tarde, en 1950, la primera industria española de fabricación de automóviles en cadena, SEAT, de la que será nombrado Presidente con funciones ejecutivas hasta 1976, año en que es designado Presidente de honor vitalicio de esta compañía.

Ortiz Echagüe como fotógrafo

En el campo de la fotografía artística es quizá el fotógrafo más popular y uno de los más reconocidos internacionalmente. En 1935 la revista American Photography lo consideró uno de los tres mejores fotógrafos del mundo.1 Algunos críticos lo consideran el mejor fotógrafo español hasta el momento, lo cual es más meritorio porque la fotografía fue una afición a la que dedicaba ratos libres, especialmente los fines de semana y durante sus viajes. Desde el punto de vista artístico y por su formación y temática se le podría considerar el representante de la generación del 98 en la fotografía. Se le suele encuadrar dentro de la corriente fotográfica del pictorialismo, siendo el mejor representante del llamado pictorialismo fotográfico español, aunque esta denominación no le gustaba a Ortiz Echagüe. Su obra fotográfica se enfoca hacia la plasmación de los caracteres más definitorios de un pueblo: sus costumbres y atuendos tradicionales y sus lugares. Consigue expresar con sus fotografías una expresión personal más cercana a la pintura, casi siempre mediante efectos durante el positivado.


Técnica de trabajo

En 1898 le regalaron su primera cámara; desde entonces y a lo largo de 75 años realizó miles de fotografías. Revelaba él mismo sus negativos usando una técnica al carbón fresson, corriente en su juventud aunque pronto quedó desfasada. Él la usó en toda su obra artística, lo que daba un especial matiz a sus positivos, así como un mayor contraste, que hace que sus obras sean fácilmente reconocibles. Su producción es enteramente en blanco y negro.


Tanto la fabricación del papel como el procedimiento de obtención de fotografías requerían mucha paciencia, una extraordinaria habilidad y un perfecto manejo de la técnica por lo que, con el paso de los años y a medida que se simplificaban los procesos fotográficos, los pocos fotógrafos que lo utilizaban lo fueron abandonando.

El papel llevaba una fina capa de gelatina a la que se añadía pigmento de color negro y se hacía sensible a la luz. El fotógrafo obtenía copias por contacto basándose en el principio de que en las partes de la imagen que recibían menos luz la gelatina quedaba blanda y las partes de imagen que recibían más luz se endurecían con lo cual, al lavar la copia –con agua y serrín para producir roce sobre el papel- se eliminaba la gelatina blanda con el pigmento, quedando esa zona blanca y resistía la gelatina endurecida, aprisionando en su interior el pigmento, produciendo zonas negras. De este modo aparece la imagen sobre el papel.


Dicha imagen, con el papel aún húmedo, podía retocarse mediante pinceles, muñequillas de algodón o raspadores lo que daba al autor una gran libertad creativa.


La capacidad de intervención en el resultado final de una fotografía, la mayor riqueza de tonos que proporciona el pigmento y su estabilidad eran los motivos principales de José Ortiz Echagüe para el uso de este procedimiento. Sin embargo, no es este arcaico método lo más importante en las imágenes del autor. Sin un asunto interesante, una buena composición, luces bien dirigidas sobre los modelos y la correcta disposición de la escena, el procedimiento al carbón directo sobre papel Fresson daría lugar a copias vulgares.

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