Jesús Montes (Pintor guipuzcoano) - Su exposición en su casa-estudio Karakoetxea 2015, 2016 - Ziga (Valle del Baztan) Castillo Gorraiz pincha aqui
Hace ya unos días que el año empezó para Jesús Montes. A principios de mes, por trigésimo quinto año consecutivo, el pintor de 76 años cruzó la península, de Carmona (Sevilla) a Ziga (Navarra). Con él viajaron su marchante, Roberto Atencia, su perrita Colette y, en decenas de cajones especialmente acondicionados, la obra de todo el año anterior, 68 cuadros de distintos tamaños.
Jesús Montes en la escalera de Karakoetxea, ante el retrato que le hizo Menchu Gal cuando tenía 18 años y unos caballos etruscos. |
Menchu Gal (Irún, Guipúzcoa, 7 de enero de 19191 – San Sebastián, Guipúzcoa, 12 de marzo de 2008) fue una pintora española del siglo XX. El paisaje y, en menor medida, el retrato son los géneros que le dieron fama y en los que desarrolló su personal atracción por el color. En 1959 recibió el Premio Nacional de Pintura, concedido por primera vez a una mujer.
Montes y el amor por la vida
La vida es la protagonista de este año en la casa de Jesús Montes. La vemos reflejada en las mujeres solitarias, pintadas ante el espectador con sus cestas de pescado y su trajes de faena, también en los grupos de personas anónimas, congregadas en las terrazas de los cafés o disfrutando del sol y de la playa. Es la vida gozosa de la costa y ante ella el pintor, se nos presenta como un espectador singular que mira a la gente en su disfrute colectivo.
Jesús Montes (Irún, 1940) vuelve a abrir las puertas de su estudio en Casa Karakoetxea |
Él observa la existencia, el bullicio vital de los bañistas y paseantes y lo recoge alegre, en su pintura. Solo en alguna ocasión el pintor descansa su mirada y, desde su ventana, otea la soledad del mar, componiendo hermosos cuadros sin figuras, casi abstractos en su serenidad.
¿El escenario? La Costa Vasca, las playas de Hendaya, el puerto de San Sebastián, las plazas y el paseo marítimo de San Juan de Luz o el barrio marinero de Hondarribia. Visto Desde el Baztán es este un horizonte cercano y luminoso, la promesa que anima año tras año a las aguas del río Bidasoa a abandonar sus estrechos valles para alcanzar la amplitud de las olas y las playas del Cantábrico. Pero Jesús, como los salmones, haya hecho el camino contrario, sus cuadros han subido aguas arriba para vestir las paredes de su casa con los colores vivos y festivos del verano y de la costa.
Junto a ello, al atravesar el patio de la casa vemos cómo su estudio se ha transformado en un invernadero pictórico donde han florecido flores de todos los colores. Estas son obras llenas de fuerza y de pasión, Jesús se libera de sus modelos dando rienda suelta a una notable libertad creativa. Experimenta, arriesga, juega con las líneas, las formas y las luces, añade matices y mezcla texturas y colores. Hace pintura, pinta con plenitud creativa, sin miedos, sin reglas, atento sólo a la propia expresión de la belleza que surge ante sus ojos.
Una vez más, Jesús Montes vuelve a mostrarnos que él utiliza en su trabajo un ingrediente secreto. Un toque personal que le define y le permite seguir adelante incansable ante el esfuerzo. Es el amor. Un amor apasionado, libre y sincero. Un amor por su pintura, por su trabajo, por su destino pero un amor también pos sus vivencias, por sus amigos, pos sus experiencias y sus paisajes. En esta ocasión ha elegido la Marina de Hondarribia y otros escenarios de las ciudades de la Costa Vasca que son los espacios, los encuadres de su propia vida, de sus infancia, de sus juventud pero también de su presente. Jesús recurre a estos paisajes porque los ama, porque son, ni más ni menos, el telón de fondo de su propia vida. Y como dijo Chagall, el arte debe ser una expresión de amor o no es nada.
Pedro Luis Lozano Uriz (Escritor, crítico de arte, gestor cultural)
CARTEL EXPOSICIÓN JESUS MONTES CASA KARAKOETXEA 2018 |