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José Ortiz Echagüe. Un notario de la tradición (Universidad de Navarra)
(Guadalajara, 2 de agosto de 1886-Madrid, 7 de septiembre de 1980) fue un ingeniero militar, piloto y fotógrafo español. Su hermano, Antonio Ortiz Echagüe, fue pintor.
Ha organizado una semana de puertas abiertas para toda la ciudad de Pamplona.
Desde el martes 21 al domingo 26, todos los visitantes podrán conocer la colección y las exposiciones de forma gratuita y recibirán un pequeño obsequio. Además, se han programado visitas guiadas gratuitas.
Actualmente, junto a la colección de María Josefa Huarte y el espacio José Ortiz Echagüe, que acaba de renovarse, pueden visitarse Memoria paralela, del escultor y videoartista japonés Hiraki Sawa; y la muestra de fotografía del siglo XIX de Jane Clifford El Tesoro del Delfín.
En su exposición, Sawa establece paralelismos con el binomio memoria y olvido, explorando los recuerdos rescatados de la amnesia colectiva imperante en nuestro tiempo. Por su parte, la muestra que alberga la sala Torre reúne 58 fotografías de las obras que componen El Tesoro del Delfín, una colección de objetos de cristal de roca y piedras preciosas conservada en el Museo del Prado. La autoría de este conjunto documental se atribuye a la fotógrafa británica Jane Clifford y se trata probablemente del primer proyecto de estas características llevado a cabo por una mujer en España.
Desde que abriera sus puertas hace cinco años, inaugurado por los reyes Felipe y Letizia, el museo ha inaugurado 32 exposiciones, además de realizar coproducciones y préstamos a distintos museos e instituciones, y se han representado 173 espectáculos de artes escénicas y música en su teatro y en las salas expositivas.
Mark Rothko, fue junto a Pollock el máximo representante de la abstracción americana. Con su pintura quiso conseguir una ambiciosa utopía: expresar las más básicas emociones universales. Y para muchos lo consiguió.
Expresionismo Abstracto 1943–1965
El expresionismo abstracto fue ese movimiento pictórico dentro de la abstracción posterior a la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Tras estos terribles acontecimientos siguió un periodo de lógica incertidumbre y de cuestionamiento de la moral humana.Esto da como resultado la proliferación de obras de arte que incluían formas de creación desgarradas en las que quedaba a un lado el goce estético tal y como se entendía hasta entonces. Un desencanto por lo colectivo dio como resultado obras muy personales.Se considera el primer movimiento genuinamente estadounidense y se dice por ello que incluso fue directamente financiado por la CIA en el contexto de la Guerra Fría. Estados Unidos (Nueva York en realidad) había sustituido a París como capital artística y los expresionistas abstractos cogieron el testigo de la vanguardia. El país, líder ahora del mundo libre, necesitaba un arte propio que liderara el arte occidental. Y qué mejor que un arte individual cuya principal característica es la libertad.Los expresionistas abstractos fueron unos tipos fascinados por la soledad y el proceso. Individualistas, decidieron mostrar el carácter expresivo del arte investigando en búsquedas personales, más que colectivas. El artista desalentado por su contexto político y social se refugia ahora en su interior y abandona toda referencia externa. Se valora por tanto el gesto, una especie de huella dactilar del artista, porque es algo único de cada uno.Se potencia también la materialidad del cuadro y convierten el proceso artístico casi en un rito religioso, siendo la pintura la prueba documental del mismo. La improvisación formaba parte de este trance casi místico, en el que el artista entraba en contacto directo con sí mismo. Este automatismo podría derivar del surrealismo, que aún estaba vivo en esos años.
En el borde de un abismo llamado Mark Rothko
Christopher Rothko, hijo del artista y responsable de su legado, ante uno de los murales expuestos en la Tate. (Foto: AP) |
Los murales Seagram y otras series de Mark Rothko
Juan Diego Caballero
26/02/2009
Sabemos de sobra del difícil carácter de Rothko y de sus tendencias depresivas. Pero el caso es que en esta ocasión pareció aceptar de buen grado la oferta y se puso de manera inmediata a trabajar en los cuadros. Sin embargo, tan solo un año después, el pintor declararía que con ellos pretendía ‘pintar algo que quitase el apetito a cualquier hijo de puta que comiese en ese salón’.
Pero regresemos al curso de los acontecimientos: una vez recibido el encargo, Rothko se puso a trabajar en él con un ímpetu inusitado. Para comenzar, y frente al modelo de cuadro aislado que hasta entonces había realizado, ahora diseñó toda una serie, inicialmente formada por siete cuadros, en la que pretendía establecer relaciones evidentes entre los distintos elementos. Por otra parte, en un artista que ya comenzaba a mostrar una clara preferencia por los colores muy oscuros, en esta ocasión se decantó por una gama de tonos más cálidos. Sin embargo, poco después acabó optando por una paleta más oscura en la que abundaban los rojos y granates; eso sí, acompañados por diversas tonalidades de marrón y de negro. El artista buscó además adaptar sus obras al espacio disponible y, a tal efecto, realizó numerosos bocetos. Siendo como ya era un pintor completamente decantado por el abstracto y que empleaba de manera netamente predominante en sus composiciones el conocido tema de los campos de color horizontales, en este caso no dudó en cambiar tal tendencia. Ahora, sobre el color de fondo, vamos a encontrarnos campos de color dispuestos en vertical, vacíos enormes que evocan puertas y cristaleras opacas; columnas y pilares que dan paso a profundos abismos. El propio artista consideraba a los murales Seagram adecuados para crear un espacio cercano a lo claustrofóbico, que propiciase una profunda contemplación de sus pinturas. En ese sentido, hacía mención a la atmósfera creada por Miguel Ángel en la Biblioteca Laurenziana de Florencia, comentando que en esa obra el artista renacentista ‘consigue exactamente lo que yo estoy buscando, ya que logra que el espectador se sienta en un espacio en el no hay ni puertas ni ventanas’.
Fue de ese modo como el conjunto de obras que Mark Rothko concibió como un todo acabó disperso por el mundo: nueve de aquellos cuadros fueron donados por el artista a la Tate Gallery de Londres, que creó con ellos la ‘Sala Mark Rothko’ (curiosamente, el pintor consideraba decadente el MOMA de Nueva York). Otra serie acabó instalada en el Kawamura Memorial Museum of Art de Sakura (Japón) y una tercera fue a parar a la Nacional Gallery de Washington.
Hiraki Sawa, artista japonés: "Gran parte de mi obra está relacionada con mi propia memoria y espero que estas películas disparen las de los espectadores y sus sensaciones"
Hiraki Sawa, fantasmagoría y dinamismo, pincha aqui
Hiraki Sawa, fantasmagoría y dinamismo, pincha aqui
Fuente: Leire Escalada
El escultor y videoartista Hiraki Sawa ha presentado este miércoles Memoria paralela, una muestra producida por el Museo Universidad de Navarra en la que reflexiona sobre la construcción de la memoria y su pérdida. “He dado este título a la exposición porque gran parte de mi obra está relacionada con la propia memoria”. En este sentido, ha expresado que espera que “estas películas disparen las de los espectadores y sus sensaciones”.
El artista, desarrolla conceptos y temáticas en torno a la construcción de la realidad a través de la imagen fija y en movimiento, y entre los temas que le inspiran se encuentran las memorias familiares, el movimiento de objetos inanimados en entornos domésticos y la inserción de imágenes fantasmagóricas en paisajes naturales, entre otras.
El artista, desarrolla conceptos y temáticas en torno a la construcción de la realidad a través de la imagen fija y en movimiento, y entre los temas que le inspiran se encuentran las memorias familiares, el movimiento de objetos inanimados en entornos domésticos y la inserción de imágenes fantasmagóricas en paisajes naturales, entre otras.
ANE CLIFFORD. EL TESORO DEL DELFÍN - 23 OCT 2019 - 16 FEB 2020, pincha aqui
Jane Clifford (¿?-c.1885) fue una fotógrafa británica que trabajó en España entre los años cincuenta y sesenta del siglo XIX. Fue la primera mujer en formar parte de la Sociedad Francesa de Fotografía. Colaboró durante años en el estudio de su marido Charles Clifford, hasta heredarlo a la muerte de este, en enero de 1862. Meses después llevó a cabo el proyecto de documentación fotográfica de El Tesoro del Delfín, el primero de estas características emprendido por una mujer en España. Continuó durante los siguientes años a cargo del estudio, dando salida a su extenso archivo fotográfico y haciendo retratos.