Antes de 1914 ninguna guerra europea había alcanzado los niveles de destrucción y muerte que había alcanzado la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Esta fue una guerra donde se involucraron todos los esfuerzos de los Estados-nación con la finalidad de alcanzar la victoria total; por tal razón, sus contemporáneos la denominaron como la "Gran Guerra". En ella participaron todas las grandes potencias y la mayoría de los Estados europeos, con excepción de España, los Países Bajos, los países escandinavos (Dinamarca, Noruega y Suecia) y Suiza. Además, desde las colonias se enviaron tropas para reforzar a los ejércitos de las metrópolis. Así, aunque las principales operaciones se llevaron a cabo en Europa, se movilizaron fuerzas militares desde distintos rincones del mundo. De nada sirvieron los esfuerzos de pacifistas y de algunos sectores del socialismo, que veían en la guerra una confrontación entre burgueses, ajena a los intereses de la clase trabajadora.
Causas de la Primera Guerra Mundial
En la primera mitad del siglo XIX, los liberales creían que si los Estados europeos se organizaban por naciones, colaborarían y habría una Europa en paz, pero se equivocaron. El sistema de Estados nacionales que se impuso en Europa a partir de la última mitad del siglo XIX no condujo a la cooperación, sino que a la competencia. Las rivalidades sobre las colonias y el comercio se intensificaron en una época de nacionalismo frenético y expansión imperialista.
Entre estos factores se pueden mencionar:
- El Imperialismo. Al comenzar el siglo XX, las grandes potencias europeas, Gran Bretaña, Francia y Alemania, basaban gran parte de su poder en sus imperios coloniales. Eran países que habían alcanzado un importante desarrollo industrial, y las colonias constituían una importante fuente de extracción de materias primas para la industria. Además, a ellas se exportaban productos manufacturados, lo que los convertían en mercados de los países industrializados. Las potencias coloniales establecieron políticas neomercantilistas con sus colonias, lo que se tradujo en la implantación de un sistema proteccionista en las relaciones comerciales internacionales.
- El Nacionalismo. Las grandes potencias desarrollaron la teoría de que la grandeza de un país se medía en función del dominio territorial que tuviera fuera de sus fronteras. Así, el nacionalismo impulsó la competencia entre los países europeos por dominar la mayor cantidad de territorios en África y Asia, o para recuperar territorios perdidos en anteriores conflictos, como el caso de Alsacia-Lorena, territorio perdido por Francia tras la guerra franco-prusiana de 1870-1871.
Pero el nacionalismo también operó como causante de la guerra en otro sentido, ya que al comenzar el siglo XX, el ideal nacionalista de que cada nación formara un Estado independiente no se había concretado. En Europa existían tres Imperios multinacionales: Rusia, Turquía y Austria-Hungría, siendo éste último el que albergaba en su territorio a la mayor cantidad de minorías nacionales, cada uno con sus propias tradiciones culturales. Entonces, en la medida en que los intereses de estas naciones no eran satisfechas, o se enfrentaban con los intereses de otras naciones en una misma zona, como en el caso de los Balcanes, las posibilidades de un conflicto armado eran altísimas.
La Paz Armada
Las rivalidades surgidas en Europa, producto del Imperialismo y del Nacionalismo, llevaron a la creación de un sistema de alianzas entre las naciones europeas. De esta forma surgió la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia); y la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia). Una vez finalizada la guerra franco-prusiana en 1871, Europa ingresaba a una época de relativa paz. Aún así, las potencias europeas comenzarona prepararse para una futura guerra, desarrollando una carrera armamentista.
La lucha por el control de los mercados mundiales
Alemania había tenido un gran desarrollo económico en los últimos años del siglo XIX, lo que la convierte en un serio rival para Gran Bretaña, considerando que las cuotas de poder en política internacional estaban condicionadas al crecimiento y competitividad de las economías nacionales. En este marco, Alemania, potencia económica emergente, intentaba alcanzar mayores cuotas de poder político y estratégico, mejorando su posición marítima y controlando una mayor cantidad de territorios en ultramar. Hasta ese momento, Gran Bretaña hegemonizaba el dominio de los océanos y veía con miedo las aspiraciones expansionistas de Alemania, que intentaba convertirse en primera potencia mundial. Evidentemente, esta situación contó con la resistencia de Gran Bretaña y Francia, las dos grandes potencias europeas. La primera deseaba mantener su hegemonía, mientras que la segunda intentaba superar su creciente inferioridad económica y demográfica ante Alemania y recuperar sus territorios perdidos en 1871.
La crisis balcánica
Ya en el siglo XIX, los Balcanes se habían convertido en un área especialmente conflictiva, donde se vivían presiones expansionistas y nacionalistas ante la debilidad militar e inminente desmembración del Imperio Turco. Alemania y Austria-Hungría, por un lado, y Rusia por el otro, intentaban controlar esta estratégica zona con salida al mar Mediterráneo.
En esta región convivían diversos pueblos separados por origen, lengua, religión y tradiciones, lo cual hacía difícil el surgimiento de un Estado-nación unificado en la región.
El militarismo
El crecimiento de los ejércitos masivos después de 1900 intensificó las tensiones que ya había en Europa. El enorme tamaño de estos ejércitos también hizo patente que si se producía la guerra, sería muy destructiva.
La conscripción, o leva militar, se había establecido como costumbre normal en la mayoría de los países antes de 1914 (las excepciones eran Estados Unidos y Gran Bretaña). Los ejércitos europeos duplicaron su tamaño entre 1890 y 1914.
Rusia, con un ejército de 1,3 millones de hombres, era considerada el país con el ejército más grande. Las fuerzas de Francia y Alemania no quedaban atrás, con 900 mil cada uno. Mientras tanto, los ejércitos de Gran Bretaña, Italia y Austria-Hungría sumaban entre 250 mil y 500 mil efectivos.
El militarismo (preparación agresiva para la guerra) también aumentaba. Con el crecimiento de los ejércitos, creció también la influencia de los jefes militares. Trazaron planes para una rápida movilización militar y de pertrechos, ante un eventual escenario bélico que se aproximaba.
Los jefes militares temían que cualquier cambio en estos planes generara el caos en las fuerzas armadas. Así, insistieron en que sus planes no se alteraran. La crisis de 1914 dejó a las autoridades civiles con poco margen de acción, ya que se vieron obligadas a tomar decisiones por razones militares, más que políticas.
El atentado de Sarajevo
El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austro-húngaro en Sarajevo (28 junio 1914), fue el hecho que precipitó los acontecimientos. Los autores del atentado pertenecían a un grupo nacionalista serbio, denominada "Mano Negra", que contaba con redes al interior del gobierno de Serbia. El gobierno austro-húngaro acusó a Serbia de promover el terrorismo nacionalista, lo que provocó la intervención de Rusia, aliada tradicional de los serbios, generando un aumento de la tensión internacional y la activación de los sistemas de alianzas. Entre el 28 de junio y el 4 de agosto de 1914, las grandes potencias europeas iniciaban las hostilidades.
Archiduque Francisco de Fernando |
El desarrollo de la Guerra
Guerra de movimientos (agosto-septiembre 1914)
En los inicios del conflicto, nadie esperaba una guerra extensa. Los soldados que iban al frente creían que la guerra acabaría antes de Navidad, mientras que los comandantes tenían en sus manos planes basados en la derrota rápida del enemigo.
El ataque alemán en el frente occidental siguió un viejo plan de su Estado Mayor (Plan Schlieffen): se trataba de avanzar sobre el norte de Francia pasando por la neutral Bélgica. Tras la sorpresa inicial, las fuerzas francesas, bajo el mando de Joffre, consiguieron frenar el avance germano en la batalla del Marne (septiembre 1914). En adelante, el frente tendió a estabilizarse.
En el frente oriental, las tropas alemanas vencieron a los rusos en la batalla de Tannenberg (agosto 1914), pero su victoria no fue decisiva. Mientras tanto, Austria-Hungría mostraba su impotencia ante rusos y serbios. Dos nuevas potencias entran en la guerra: Japón, al lado de la Entente, y el Imperio Otomano, junto a los Imperios centrales. Japón se apodera de la colonia alemana de Qingdao (China) y se desvincula del conflicto.
Ofensiva alemana (agosto-septiembre 1914) |
Guerra de Trincheras (1915-1916)
En 1915, el frente occidental se estabilizó. Los ejércitos se parapetaron a lo largo de miles de kilómetros de trincheras desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza. Los intentos de romper el frente se saldaron en sangrientas carnicerías que apenas significaron avances de pocos kilómetros. Era la guerra de trincheras.
En abril de 1915, comienza la guerra química: los alemanes usan en Ypres (Bélgica), gases tóxicos. En febrero de 1916, el alto mando alemán ordena el ataque a Verdún, en el norte de Francia. La batalla se salda con casi 1 millón de bajas, entre muertos y heridos, sin avances militares significativos. En junio de ese mismo año, los aliados contraatacan en el río Somme. La misma carnicería sin cambios en los frentes.
La superioridad naval de la Entente asfixiaba la economía alemana y le impedía conseguir los alimentos y materias primas que necesitaba. Como respuesta, Alemania inició la guerra submarina en la que hunde barcos norteamericanos. Estados Unidos comienza a plantearse el ingreso a la guerra.
En 1915, Italia entra a la guerra junto a los aliados y se abre un nuevo frente en los Alpes, entre Italia y Austria-Hungría. Mientras tanto, en el frente oriental, los alemanes se apoderan de la Polonia rusa y Lituania. En los Balcanes, la guerra era favorable a los Imperios centrales, con la entrada de Bulgaria y la derrota de Serbia (1915). En 1916, Rumania entra a la guerra al lado de los aliados, siendo conquistada rápidamente.
Guerra de Trincheras (1915-1916) |
En torno a Turquía se abrieron dos frentes: en el Cáucaso, frente a los rusos, y en el Medio Oriente, frente a los británicos. En el primer frente, la población armenia, simpatizante de los rusos, fue víctima de genocidio por parte de los turcos. En el segundo frente, los británicos avanzaron lentamente desde sus posesiones en Egipto e invaden Palestina.
1917: el momento clave de la guerra
El enorme costo de vidas en los frentes de guerra, las penurias de la población civil y la conciencia de que la guerra no concluiría pronto extendieron el desánimo en los países contendientes: oleada de huelgas en Gran Bretaña (1916), motines del ejército francés en 1917, aumento de las demandas nacionalistas en Austria-Hungría.
Tras muchas dudas, Alemania reanuda en enero la guerra submarina. Esta decisión fue clave: las cuantiosas pérdidas económicas y humanas de Estados Unidos decidieron al gobierno de Woodrow Wilson a entrar en la guerra (abril 1917).
Esta buena noticia para la Entente contrastaba con la retirada de Rusia tras la Revolución de 1917. En diciembre, el nuevo gobierno bolchevique firmaba el armisticio con los alemanes, mientras que perdía grandes extensiones de territorio a manos de los Imperios centrales.
Los frentes secundarios aportaron noticias contradictorias. Mientras los italianos sufrían una dura derrota en Caporetto frente a los austro-alemanes, los británicos avanzaban en Medio Oriente y conquistaban Jerusalén y Bagdad. Ese mismo año, tras largas disputas internas, Grecia se decide a entrar a la guerra al lado de la Entente.
1918: el desenlace
Tras el armisticio de Rusia y la firma del Tratado de Brest-Litovsk (marzo 1918), Alemania pudo desplazar fuerzas al frente occidental y lanzó una serie de duras ofensivas en primavera y verano. Fue su último ataque. La llegada masiva de tropas norteamericanas permitió a la Entente organizar una contraofensiva en julio, bajo el mando del mariscal francés Foch. Fue la ofensiva definitiva. Hindenburg y Lüdendorff, los principales jefes militares alemanes, comunicaron al káiser Guillermo II de la imposibilidad de continuar la guerra.
Paul von Hindenburg y Erich Lüdendorff |
En el otoño de 1918, los Imperios centrales se derrumbaron: Turquía, con las tropas británicas en Anatolia, firmó el armisticio el 30 de octubre. La victoria italiana en Vittorio Veneto llevó a que Austria-Hungría, en pleno proceso de desintegración, firmara el armisticio el 3 de noviembre.
Finalmente, ante la evidencia de la derrota militar, la revolución estalló en Alemania. El káiser abdicó y huyó a Holanda, mientras se proclamaba la República el 9 de noviembre. Dos días después, el 11 de noviembre de 1918, la delegación alemana firmaba el armisticio. La mayor tragedia que la humanidad había vivido hasta entonces concluía.
Consecuencias de la Guerra
Las consecuencias de la Gran Guerra fueron trascendentales. En términos económicos, la Primera Guerra Mundial y su postguerra significaron el fin de una época marcada por el Liberalismo y la primera globalización. La época que se inicia estaría marcada por el rol económico del Estado y el freno de la globalización.
Aspectos económicos
La guerra implicó una movilización sin precedentes de recursos humanos y materiales. La propia victoria de los aliados fue en gran parte resultado de su mayor capacidad de movilización. Hacia el final de la guerra, apoyaban a la Entente gobiernos que representaban -colonias incluidas- el 70% de la población y el 64% del PIB mundial. Los Imperios centrales contaban con recursos mucho más limitados. En 1913, la población de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos por sí sola ya superaba a la de los Imperios centrales.
El PIB de los tres aliados era más del cuádruple que el de sus enemigos. Además, durante el conflicto, Gran Bretaña y Estados Unidos lograron algún crecimiento económico. Lo contrario ocurrió en Alemania y Austria-Hungría. La planificación económica y otras formas de intervención estatal resultaron imprescindibles para asegurar que los recursos se orientaban hacia el esfuerzo bélico.
Los costos directos de la guerra se han evaluado en 300.000 millones de dólares. La financiación de este gasto sin abandonar el patrón oro resultó imposible. Los principios básicos del liberalismo económico fueron las primeras víctimas de la guerra.
Pérdidas humanas y materiales
Cementerio militar |
La Primera Guerra Mundial alcanzó dimensiones nunca antes vistas. Los combates se extendieron a frentes en varios continentes, duró más de 4 años y movilizó a millones de efectivos. Los combatientes usaron todas las armas producto de los avances técnicos de fines del siglo XIX y principios del XX (cañones de gran calibre y largo alcance, ametralladoras, armas químicas, aviones, tanques, submarinos, automóviles, etc).
Las pérdidas humanas alcanzaron cifras inimaginables. El costo humano del conflicto debió rondar los 10 millones de muertos y 20 millones de heridos. Si se toman en cuenta las pérdidas civiles, incluyendo el déficit de nacimientos, la epidemia de "Gripe Española" de 1918 y los genocidios, Europa, excluyendo a Rusia, perdió casi el 10% de la población que contaba antes de la guerra. En Rusia, la Revolución bolchevique y la guerra civil de 1918-1920 engrosaron la cantidad de víctimas.
La "herencia" financiera
Hacia el final de la guerra, las finanzas públicas de los países beligerantes se hallaban en serias dificultades. La inflación fue la consecuencia inevitable de un enorme gasto bélico financiado principalmente mediante la emisión de grandes volúmenes de deuda pública y creación de dinero.
El esfuerzo bélico había implicado la aparición de una gran deuda interaliada. Los aliados se adeudaban unos 23.000 millones de dólares en deudas. El principal acreedor era Estados Unidos. Los intentos norteamericanos por recuperar esa deuda tropezaban con las dificultades de Francia, el mayor deudor, que a su vez necesitaba de las reparaciones impuestas a Alemania para hacer frente a sus obligaciones internacionales. Así, deudas interaliadas y reparaciones de guerra alemanas estaban estrechamente relacionadas.ç
Las deudas de guerra interaliadas |
La situación financiera de Alemania y los Estados sucesores del antiguo Imperio austro-húngaro eran aún más difíciles. Alemania se enfrentaba a reparaciones de guerra excesivas y la inestabilidad política de la República de Weimar. Sin incluir las incautaciones de barcosw, ganado, materias primas, equipo industrial y activos del exterior, las sanciones impuestas a Alemania por los vencedores ascendieron a 33 millones de dólares a pagar en 42 años. Inicialmente, cada pago equivalía al 5% del PIB alemán. El déficit presupuestario tuvo que financiarse mediante la emisión de dinero, provocando una aguda inflación entre 1921 y 1922.
Alemania pidió una moratoria en el pago de reparaciones, lo que motivó la invasión de la cuenca del Ruhr por fuerzas de Francia y Bélgica (1923). Alemania financia la resistencia pacífica de la población ocupada, lo que provoca la hiperinflación alemana de 1923. Tras la implantación en Alemania de un plan de estabilización, la solución definitiva al problema económico y político de la Europa de postguerra vino a través del Plan Dawes, que ampliaba el plazo para el pago de reparaciones, reducía las anualidades iniciales y facilitaba el acceso de Alemania al mercado de capitales norteamericano.
Por: José Barriga
Cambios en el mapa de europa, 1914 y 1919
En primer lugar un mapa con la situación en junio de 1914 en el que destacan:
- Los grandes conjuntos que se enfrentaron en la guerra: los imperios centrales de carácter autocrático frente a la Triple Entente (formada por dos regímenes parlamentarios y la autocracia zarista)
- La reorganización de los Balcanes tras las crisis de 1912 y 1913: allí destaca el engrandecimiento de Bulgaria, Serbia y Grecia, frente a la reducción de tamaño del Imperio Turco.
En este mapa tenéis coloreados las diversas regiones perdidas por los países derrotados en la guerra (Alemania, Austria, Hungría, Imperio Otomano) además de los territorios cedidos por Rusia en la paz de Brest-Litovsk.
Asimismo podemos ver la creación del sistema de mandatos en Oriente, con los territorios perdidos por el Imperio Otomano y administrados internacionalmente por Francia y Gran Bretaña.
También podemos apreciar las fronteras de los nuevos países que surgieron como un "cordon sanitario" para frenar el avance del blochevismo y el miedo a la extensión de la revolución (Desde Estonia hasta Yugoslavia).
Mapa de europa en 1919
Observa ahora el mapa del período de entreguerras. Guarda similitud con el actual aunque hay una serie de elementos que no debemos olvidar y que van a marcar los veinte años posteriores a la Gran Guerra, anteriores a la Segunda Guerra Mundial:
- El miedo al creciente poder de la URSS
- La debilidad de las democracias y la alteración de la situación económica que daría origen a las crisis de 1921 y 1929
- El aumento del autoritaritarismo y el fascismo
Fuente: Teodoro Ignacio Fernández Sampedro
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