jueves, 2 de octubre de 2014

Siglo XIX - Heinrich Schliemann (Recomendado)

Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann, conocido como Heinrich Schliemann (Neubukow, Mecklemburgo, 6 de enero de 1822 - Nápoles, Italia, 26 de diciembre de 1890), fue un millonario prusiano que, tras amasar una fortuna, se dedicó a su gran sueño: la arqueología. A sugerencia del diplomático Frank Calvert, que había trabajado en el lugar siete años antes, excavó el emplazamiento de Troya en Hisarlik, y en otros yacimientos homéricos como Micenas, Tirinto y Orcómeno, demostrando que la Ilíada describía realmente escenarios históricos.

Heinrich Schliemann

Era hijo de un humilde pastor protestante, aunque bastante culto, que fue el que, a través de sus relatos, le hizo interesarse cuando era un niño por los poemas homéricos. Schliemann cuenta en su autobiografía que en la Navidad de 1829 recibió de su padre como regalo un volumen de historia universal de Georg Ludwig Jerrers y que se sintió muy impresionado por un grabado que representaba a Eneas con su padre Anquises y su hijo Ascanio huyendo de Troya en llamas.

Estudió en el prestigioso instituto secundario de Neustrelitz, pero a los catorce años, por problemas económicos de su padre, tuvo que interrumpir sus estudios para trabajar en una tienda en Fürstenburg, de 1836 a 1841. A causa de la gran cantidad de horas que trabajaba no tenía momentos para estudiar, pero en una ocasión entró en ella un molinero borracho llamado Niederhoffer y, según explica Schliemann en su autobiografía, el molinero, que también había sido pastor protestante:
...no había olvidado a Homero, puesto que aquella noche en que entró en la tienda nos recitó más de cien versos del poeta, observando la cadencia rítmica de los mismos. Aunque yo no comprendí ni una sílaba, el sonido melodioso de las palabras me causó una profunda impresión. Desde aquel momento nunca dejé de rogar a Dios que me concediera la gracia de poder aprender griego algún día.
En la mitología grecorromana, Eneas es un héroe de la guerra de Troya, que tras la caída de la ciudad logró escapar, emprendiendo un viaje que lo llevaría hasta la tierra de Lacio (en la actual Italia) donde tras una serie de acontecimientos se convirtió en rey y a la vez en el progenitor del pueblo romano, pues en esa misma tierra dos de sus descendientes, Rómulo y Remo, fundarían la ciudad de Roma. Era hijo del príncipe Anquises y de la diosa Afrodita (Venus en la mitología romana); su padre era además primo del rey Príamo de Troya. Se casó con Creúsa, una de las hijas de Príamo, con la cual tuvo un hijo, llamado Ascanio o Iulo; en su huida de la ciudad acompañado de toda su familia, su esposa murió al quedarse atrás y, tiempo después se le apareció como un fantasma para decirle que no se agobiase por su muerte, pues ese había sido su destino, así como el destino de Eneas sería ser el padre de una gran nación. Posteriormente, ya en la tierra de Lacio, se casó con la princesa Lavinia, hija del rey Latino, unión esta que es el origen mítico del pueblo romano.

Eneas llevando a Anquises, enócoe de figuras negras, h. 520-510 a. C., museo del Louvre
Generación de su fortuna
Heinrich trabajó en tiendas durante cinco años, pero tras un accidente decidió cambiar de ocupación. Embarcó rumbo a Venezuela, pero su barco naufragó en la costa de Holanda, salvándose junto a varios compañeros en un bote salvavidas. En Ámsterdam fingió estar enfermo para que lo llevaran a un hospital y recibió ayuda de un amigo de Hamburgo que era agente naviero. Poco después, con ayuda del cónsul general prusiano, empezó a trabajar en una oficina comercial. Allí sellaba letras de cambio y llevaba y traía cartas al correo. Durante este periodo, a pesar de vivir en condiciones precarias, se dedicó a estudiar varios idiomas.

A los 22 años dominaba siete idiomas y entró a trabajar en una compañía comercial, la casa Schröder. A los 24 años aprendió ruso, puesto que la casa Schröder exportaba añil a Rusia. Fue enviado como representante a San Petersburgo y a Moscú en 1846. Allí se desenvolvió exitosamente y se independizó como negociante. En 1851 abrió una oficina de reventa de polvo de oro. A los 30 años ya tenía una enorme fortuna. Mientras, viajaba a las grandes capitales europeas y, cuando estaba en Londres, solía visitar el museo Británico, donde disfrutaba de las antigüedades egipcias.

En 1852 se casó con una aristócrata rusa, Ekaterina Lishin, con la que tendría tres hijos. El matrimonio duró, a duras penas, hasta 1869, año en el que por fin se divorciaron. A los 33 años dominaba 15 idiomas. Entre 1851 y 1859 realizó diversos viajes de negocios, llegando a radicarse temporalmente en California, donde, heredando la concesión de un hermano fallecido, se hizo banquero e incrementó su fortuna. Durante esta época estuvo gravemente enfermo de tifus, pero se restableció y regresó a Europa.


Viajó por Oriente Medio y, al volver a Rusia, aprovechó el bloqueo provocado por la guerra de Crimea para comerciar con armas, provisiones y acero.
En 1866, después de trasladarse a París, comenzó a estudiar Ciencias de la Antigüedad y Lenguas Orientales en la Universidad de la Sorbona. Entretanto compró un campo de cultivo de caña de azúcar en Cuba.
A pesar de su holgura económica, realizaba sus viajes en segunda clase, llegando a visitar Egipto, China, India y Japón.

Pompeya
Una visita a Pompeya, que durante mucho tiempo se había creído una leyenda, le hizo recordar los relatos de su padre sobre la Guerra de Troya, la mítica expedición de una coalición griega para rescatar a Helena de su cautiverio a manos de los troyanos, y comenzó a preguntarse si no estaría también basada en hechos reales.
En 1868 viajó a Grecia por primera vez. Entre los lugares que visitó estuvo la isla de Ítaca, donde contrató algunos hombres para realizar pequeñas excavaciones en las que hizo escasos hallazgos. También estuvo en Micenas y, tras cruzar los Dardanelos, recorrió a caballo la llanura de Troya. Ese año conoció a Frank Calvert, cónsul británico en los Dardanelos, quien había comprado la mitad de la colina de Hisarlik, en Turquía, donde algunos estudiosos de la Antigüedad ubicaban Troya.

Heinrich und Sophia Schliemann
En 1869 Schliemann se divorció y el 23 de septiembre del mismo año se casó en segundas nupcias con una joven griega de tan sólo 17 años, Sophia Engastromenos (1852-1932), sobrina de un amigo sacerdote a quien había conocido en San Petersburgo, llamado Vimpos. Ese mismo año obtuvo su doctorado en Arqueología.
Con Sophia tuvo otros dos hijos, a los que puso nombres de personajes homéricos: Andrómaca y Agamenón.



Vista panorámica de Ítaca, con la capital, Vathí.
La isla de Ítaca es una pequeña isla griega del mar Jónico, perteneciente al grupo de las islas Jónicas y que se encuentra al noreste de la isla de Cefalonia. Tiene una superficie de 96 km² y contaba con 3.084 habitantes en el año 2001. Administrativamente, conforma la unidad periférica de Ítaca.
Su capital, Vathí, tiene una de las mayores bahías naturales que sirven como refugio a embarcaciones del mundo.
Descubrimiento de Troya
En el año 1870 inicia excavaciones en la colina de Hissarlik, en Turquía, lugar en que creía que hallaría los restos de la antigua ciudad de Troya. Aparecieron diversos niveles arqueológicos, indicando una sucesión de ciudades, y sostuvo que el penúltimo nivel era el de la Troya homérica. Sin embargo, se descubrió con posterioridad que este nivel correspondía a un asentamiento más antiguo todavía y que la ciudad homérica se encontraba en un nivel superior. De 1876 a 1878 excavó las tumbas de los reyes micénicos en Micenas (Grecia). Realizó excavaciones en la isla de Ítaca en 1878 y en Orcómeno en 1881-1882. En 1884-1885 desenterró los restos de un gran palacio en Tirinto, Grecia

Tesoro de Príamo.
En lo concerniente a los hallazgos del 31 de mayo de 1873, Schliemann informó:

"Al profundizar en la excavación de este muro, directamente por el lado del palacio del rey Príamo, encontré un gran objeto de cobre grande, con una forma extraordinaria, que atrajo mi atención, sobre todo porque vi oro detrás de él...Para retirar los tesoros de la codicia de mis trabajadores, y salvarlo para la arqueología... Declaré inmediatamente un «paidos» (descanso para almorzar)... Mientras los hombres estaban comiendo y descansando, extraje el tesoro con un gran cuchillo... No habría podido, sin embargo, retirar el tesoro sin la ayuda de mi querida esposa, quien envolvió en su chal los objetos que yo había separado y se los llevó de allí".

Sin embargo, posteriormente se ha demostrado que Sophia Engastromenos, la esposa de Schliemann, estaba en Atenas en el momento del descubrimiento.
Gracias a sus hallazgos, se piensa que el relato de Homero sobre la guerra de Troya se basa en hechos reales.
Troya o Ilión es una ciudad tanto histórica como legendaria.

Reconstrucción de Troya
En ella se desarrolló la mítica Guerra de Troya. Esta célebre guerra fue descrita, en parte, en la Ilíada, un poema épico de la Antigua Grecia atribuido a Homero, quien lo compondría, según la mayoría de la crítica, en el siglo VIII a. C. Homero también hace referencia a Troya en la Odisea. La leyenda fue completada por otros autores griegos y romanos, como Virgilio en la Eneida.



La Troya histórica estuvo habitada desde principios del III milenio a. C. Está situada en la actual provincia turca de Çanakkale, junto al estrecho de los Dardanelos, entre los ríos Escamandro (o Janto) y Simois y ocupa una posición estratégica en el acceso al Mar Negro. En su entorno se encuentra la cordillera del Ida y frente a sus costas se divisa la cercana isla de Ténedos. Las especiales condiciones del estrecho de los Dardanelos, en el que hay una corriente constante desde el Mar de Mármara hacia el Mar Egeo y donde suele soplar un viento del nordeste durante la estación de mayo a octubre, hace suponer que los barcos que en la Antigüedad pretendían atravesar el estrecho debían esperar a menudo condiciones más favorables durante largas temporadas en el puerto de Troya.



Tras siglos de olvido, las ruinas de Troya fueron descubiertas en las excavaciones realizadas en 1871 por Heinrich Schliemann, tras unas prospecciones iniciales realizadas a partir de 1863 por Frank Calvert. En 1998, el sitio arqueológico de Troya fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El relato de Homero (aprox. siglo VIII a.C.) se refiere a una época en que el mar Egeo tenía un gran entrante en dirección a Troya. Los científicos afirman que a través de los siglos este entrante fue cubriéndose con los sedimentos de los ríos, retrocediendo hasta su posición actual.

El experto en temas clásicos, Dr. John Luce dijo: "Schliemann supuso que el lugar en que se encontraba el campamento mencionado por Homero estaba junto a la actual orilla del mar; pero a lo largo de 3.000 años, dos grandes ríos, el Escamandro y el Simois, han aportado enormes cantidades de aluvión, lo cual ha hecho retroceder la línea de la costa varias millas mar adentro."



El Tesoro de Príamo está constituido por numerosos objetos de metales preciosos que el arqueólogo Heinrich Schliemann afirmó haber encontrado el día 31 de mayo de 1873 a una profundidad de 8 metros y medio en el sitio de la antigua Troya.

Joyas del tesoro de Príamo

Joyas del tesoro de Príamo

El hallazgo se conoce científicamente como Tesoro A y Schliemann atribuyó las piezas halladas al rey Príamo de Troya. Hoy se piensa que esta atribución fue el resultado del entusiasmo de Schliemann por encontrar los sitios y objetos mencionados por Homero. En la época, el análisis estratigráfico de Troya aún no había cristalizado, y fue hecho posteriormente por el arqueólogo Carl William Blegen. La capa en la que el tesoro de Príamo fue supuestamente encontrado fue la de Troya II, mientras que Príamo, según la tradición, habría sido habitante de Troya VI o VII , que fueron ocupadas cientos de años después.

Joyas del tesoro de Príamo

Foto de la época, de Sofia Schliemann con las joyas del tesoro de Príamo







Hallazgos en Micenas
Poco después realizó grandes descubrimientos en Micenas, de cuyas ruinas hasta entonces solo se conocían la Puerta de los Leones, la muralla ciclópea adosada a ella y el llamado Tesoro o tumba de Atreo. 

Schliemann llegó a un acuerdo con las autoridades griegas mediante el cual pudo excavar en Micenas con el derecho exclusivo de informar de sus descubrimientos durante un limitado período a cambio de entregar todo lo que hallase en las excavaciones y de sufragar todos los gastos.

Puerta de los Leones
Usó la obra de Pausanias para localizar las tumbas entre las cuales se creía que se encontraba la correspondiente al legendario Agamenón. Creyendo que estaban ubicadas todas fuera de la muralla de la acrópolis.

Puerta de los Leones (ca. 1885)
En las excavaciones halló cinco tumbas (en un recinto que ha sido llamado Círculo funerario A) con un total de 20 cadáveres, y en torno a ellos abundantes y ricos ajuares funerarios, con numerosos objetos de oro, bronce, marfil y ámbar. Además halló sesenta dientes de jabalí y un numeroso grupo de sellos con grabados de escenas religiosas, de luchas o de caza. Entre estos hallazgos estaba la llamada máscara de Agamenón, fechada, sin embargo, varios siglos antes de la cronología que tradicionalmente se atribuye al legendario rey.
Micenas  es un yacimiento arqueológico situado en la península del Peloponeso. La importancia del yacimiento viene dada por el hecho de haber sido Micenas durante el segundo milenio a. C. una gran fortaleza militar que dominaba gran parte del sur de Grecia y uno de los mayores centros de la civilización aquea, habiéndose precisamente utilizado el nombre de Micenas para nombrar al periodo de historia griega comprendido entre el 1600 y el 1100 a. C. que se denomina históricamente micénico en reconocimiento a la posición de liderazgo de Micenas. Otros centros de la civilización micénica fueron las ciudades de Tirinto, Pilos, Orcómeno, Yolcos y Gla.
El yacimiento arqueológico, está situado a 90 km al sudoeste de Atenas, en el nordeste de la península del Peloponeso y entre sus restos más visibles se cuentan los muros ciclópeos de las ruinas de la fortaleza y las construcciones funerarias como el llamado Tesoro de Atreo.
Mito

Según la mitología griega, Micenas fue fundada por Perseo, a continuación de la muerte accidental de Acrisio, rey de Argos. Cuando la ciudad le retornó legítimamente, Perseo prefirió cederla a Megapentes, sobrino del difunto, y partió a fundar una nueva ciudad, que llamó «Micenas», en alusión al pomo de su espada o al hongo que encontró en el lugar. 
Micenas era el reino del héroe homérico Agamenón, jefe de los aqueos durante la Guerra de Troya. Homero la describe como querida de Hera, y «rica en oro». La riqueza de la ciudad era proverbial en la Antigüedad.

Agamenón (‘muy resuelto’, ‘obstinado’) es uno de los más distinguidos héroes de la mitología griega cuyas aventuras se narran en la Ilíada de Homero. Hijo del rey Atreo de Micenas y de la reina Aérope, y hermano de Menelao, debido a la antigüedad de las fuentes no está claro si es un personaje histórico o puramente mítico.

La llamada «Máscara de Agamenón». Descubierta por Heinrich Schliemann en 1876 en Micenas. Se desconoce si representa a un individuo, y a quién.
La llamada Máscara de Agamenón no se corresponde con el personaje: los arqueólogos consideran que la máscara es tres siglos anterior al rey, pero el descubridor del objeto lo llamó así, y todavía hoy en día se conoce con ese nombre.
Muerte y lugar de entierro
En sus últimos meses de vida padeció graves dolencias del oído que le llevaron a ser operado en 1890. Desoyendo los consejos médicos, abandonó el hospital para ir a Leipzig, Berlín y París. Mientras volvía de esta ciudad a Atenas, cayó desvanecido, el día de Navidad, en la Plaza della Santa Caritá de Nápoles y perdió la facultad de hablar. Cuando por fin se averiguó su identidad, el médico observó que la reinfección de sus oídos había afectado al cerebro, muriendo al día siguiente. Su muerte fue el día 26 de diciembre de 1890.

Sus restos mortales fueron llevados a Atenas, como era su voluntad, y depositados en el suntuoso mausoleo que había construído para sí mismo en el llamado "Proto-Nekrotafio" o "Primer Cementerio" de la ciudad. El mausoleo, coronando una colina, reproduce un templo de orden dórico presidido delante por su busto y una inscripción que reza "Para el héroe Schliemann", mientras en el relieve del friso se relatan gráficamente sus propias excavaciones.

Muy recomendable: Este libro narra las aventuras de aquellos intrépidos arqueólogos empeñados en descubrir los secretos de civilizaciones ya desaparecidas. Gracias a ellos conocemos Troya, los tesoros aztecas, la tumba de Tutankhamón, Pompeya, Nínive, el Valle de los Reyes, los secretos de la escritura cuneiforme... El autor nos describe en este libro el periplo de estos hombres.

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