lunes, 6 de abril de 2020

(IV) 10 artistas que deberíamos conocer - Tracey Emin (Exhibicionista, poseedora de la Orden del Imperio Británico, provocadora, niña terrible del arte contemporáneo)

(III) 10 artistas que deberíamos conocer - Cindy Sherman (Fotógrafa y directora de cine estadounidense), pincha aqui

(II) Museo Thyssen-Bornemisza -  Edvard Munch. Arquetipos (Recorrido por la exposición), pincha aqui

La Bauhaus -  El Expresionismo - Edvard Munch - Ernst Ludwig Kirchner, pincha aqui

Tiene Tracey Emin, de entrada, un gesto un tanto hosco, de esos que a uno le echan un poco o un mucho para atrás. La artista inglesa, que explotó como tantas otras vacas sagradas cuando los «BYA» (British Young Artist) hicieron «boom», posee una larga y sabrosa trayectoria en la que los escándalos han estado a la orden del día.
Young British Artists « Jóvenes artistas británicos» o YBAs (véase Brit artists o Britart) es un grupo de artistas contemporáneos del Reino Unido, provenientes la mayoría del Goldsmith college of arts de Londres.....
La expresión «Young British Artist» procede de una serie de exposiciones con este nombre, organizadas en la galería Saatchi a partir de 1992, que lanzó a estos artistas a la fama. Destacaron por su «táctica de choque», el uso de materiales inusuales y de animales. Obtuvieron una amplia cobertura en los medios de comunicación y dominaron el arte británico durante los años 1990. De esta forma, YBA se ha convertido en una expresión histórica, aunque la mayoría de estos artistas alcancen hoy la cincuentena. El artista más emblemático y conocido del grupo es Damien Hirst.
Damien Hirst Steven1​ (n. 7 de junio de 1965) es un artista, empresario y coleccionista de arte inglés. Es el miembro más prominente de The Young British Artists (o YBAs), quienes dominaron la escena del arte en Reino Unido durante la década de 1990.
Tracey Emin (Inglaterra, 1963) es una artista conceptual británica reconocida dentro del grupo de los Young British Artists. Emin es tal vez la segunda en notoriedad tras el mediático Damien Hirst. My Bed es su obra más conocida, desde que formó parte de la terna final del premio Turner en 1999. 
Exhibicionista, poseedora de la Orden del Imperio Británico, provocadora, niña terrible del arte contemporáneo, infantil, miembro del grupo de los Young British Artists, vacía… Esa es Tracey Emin, una artista que revolucionó el arte del nuevo milenio con su basura pretenciosa.


“Solo he sobrevivido gracias al arte, que me ha dado fe en mi propia existencia”. Así de contundente se expresa Tracey Emin (Surrey, 1963) en su explosiva autobiografía titulada Strangeland, recientemente traducida al castellano (Alpha Decay, 2016).
Emin estudió pintura, pero pronto vio que con eso no se podía vivir bien, más si se carece de talento. ¿Solución? Mostrar sin censura alguna su vida más intima (fotografías personales, paquetes de cigarrillos que llevaba su tío cuando murió decapitado en un accidente de tráfico, camas deshechas, tiendas de campaña con los nombres de la gente con la que se acostó…). Esa es una de las características de Emin: explotar su autobiografía de forma casi pornográfica.

El sexo, los excesos de droga y las resacas le dieron el contorno mediático. El arte, un sitio estable para su intimidad. De ahí que la claridad con que se expresa en sus memorias resulte visceral, como de una desnudez extrañamente incómoda: “Soy una alcohólica, neurótica, psicótica, quejica, una perdedora obsesionada conmigo misma, pero soy una artista”.
Lo cierto es que su vida no fue fácil: violada en la adolescencia, padeció anorexia y alcoholismo, sufrió varios abortos y demás penurias… precisamente eso sirvió de material para su arte: vida y obra nunca estuvieron tan íntimamente relacionadas, o al menos nunca se le hizo tanto caso por parte de la crítica. Ella misma se encargaba de publicarla en todos los medios, saliendo borracha en la TV, por ejemplo, lo que le sirvió de incalculable publicidad.


Tracey Emin ha creado una obra en bronce de nueve metros de altura y 15 toneladas de peso que este año se verá en el Museo Munch de Oslo/Foto: TOBY MELVILLE/AP 05-01-2020
«La madre de Munch murió cuando él era muy joven. Y yo he querido darle una», ha asegurado en una entrevista que publica «The Guardian». La obra, en bronce y con una altura de nueve metros, seguro que se convertirá en una imagen de referencia. Cuenta que todo comenzó con una imagen pequeña modelada en arcilla con la que la artista, dice, que empezó a jugar en sus manos. «Munch ha sido siempre mi artista favorito, un pintor realmente fantástico. 
La consagración artística y el reconocimiento de la crítica han podido medirse, por otro lado, con esculturas y montajes públicos de fuerte resonancia mediática. Es cierto que Emin ya había explorado el género escultórico, por ejemplo a través de su propia máscara mortuoria en Death Masks (2002). Pero cuando diseñó, justo delante de la catedral de Liverpool, aquella asta de cuatro metros tallada en bronce y coronada por un pequeño pájaro, no sólo rindió un homenaje al famoso Liver Bird de Liverpool –símbolo de la ciudad. También sellaba, a su vez, una alianza con la BBC –que comisionaba aquella obra– y, en cierto modo, con el propio establishment inglés.
Cuando, a los pocos años, volvió al interior de la catedral para instalar uno de sus habituales neones justo debajo del gran vitral, Emin no hizo sino ratificar aquella posición. El neón, que simboliza idealmente un lenguaje publicitario que pretende atraer nuestra atención para conseguir vender algo, consigue romper con Emin esa funcionalidad a través del carácter íntimo de su contenido: I Felt You And I Know You Loved Me. Pocas veces una iglesia se ha atrevido a tanto.
'My Bed', de Tracey Emin, se vende por un precio estimado que oscila entre 984.000 y 1.477.000 euros. Foto: Christie's.
La cama, desecha, era un testimonio de la locura de aquellos días. Condones usados, botellas vacías de vodka, test de embarazos, compresas con orina y unos pantalones bombachos manchados de sangre. Ese fue el material con el que se armó la obra. Un diario de la autodestrucción.
Es la cama más famosa del arte contemporáneo. Y también, junto con el tiburón en formaldehido de Damien Hirst, el icono de toda una generación de artistas que empezaron a destacar en el Reino Unido a principios de los años noventa del siglo pasado. My Bed es la obra central del trabajo de Tracey Emin.
En la misma línea se encuentra Everyone I Have Ever Slept With 1963-95, una tienda de campaña adornada con los nombres de todas las personas con quienes alguna vez durmió, incluidos compañeros sexuales, familiares con quienes trasnochó en su infancia, su hermano mellizo y sus dos embarazos perdidos. Plasmar la crudeza de aquellos recuerdos pasa, entonces, por bordar los nombres de sus amantes y amados en una especie de tienda-útero, reivindicando al mismo tiempo, como mensaje fuerte, la inversión de roles de una sexualidad femenina más autoconsciente y agresiva, de una mujer como womenizer. Quizá era precisamente esa incomodidad la que sintió uno de los periodistas que visitó la instalación cuando exclamó: “¡Si hasta se ha acostado con el organizador de la exposición!”.

"Everyone I Have Ever Slept With 1963-95", disponible en http://www.christies.com/
El bronce como la madera han jugado un papel decisivo en la última década. Desde It's not the way I to die (2005) y Tower (2007), pasando por las delicadas esculturas (zapatos, ositos, calcetines infantiles) repartidas por la ciudad de Kent en 2008, de innegable carga social, hasta llegar a la más reciente The Last Great Adventure is You (2014), entre otras muchas propuestas.


"It's not the way I want to die", disponible en www.traceyeminstudio.com
1/2 Tracey Emin - What Do Artists Do All Day ?, pincha aqui


La vigencia de la obra de Emin sigue siendo indiscutible, su productividad teórica nada desdeñable.

Fuentes: Alejandra de Argos - Wikipedia - La Razón - Historia Arte

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